A un mes de la votación para elegir presidente de la República de Brasil, Lula sigue siendo el primer candidato del Partido de los Trabajadores. Un candidato entre rejas e impedido del ejercicio de derechos civiles electorales. El Tribunal Superior Electoral, en efecto, invalidó la candidatura de Lula para las elecciones del 7 de octubre, pero los cálculos políticos de sus compañeros de partido, más que una esperanza realista de que la decisión sea revocada a último momento, mantienen en carrera al líder del PT. Fernando Haddad, ex alcalde de Sao Paulo y compañero de fórmula de Lula, declaró en las últimas horas que el partido mantiene la designación del ex presidente con el argumento de que “la gente es soberana respecto al candidato del partido. Y ese candidato es Lula”. La decisión de mantener la candidatura de Lula se funda en una consideración muy sencilla: Luiz Inácio da Silva, de 72 años, se impone ampliamente en los sondeos preelectorales sobre los restantes candidatos en carrera para la sucesión de Michel Miguel Elías Temer.
La estrategia que subyace en la decisión de dejar a Lula bajo los reflectores hasta el último minuto es mantener sobre él la preferencia de sus partidarios para transferirla luego al mismo Haddad, que es mucho menos popular o carismático. Una operación que no tiene alternativas pero cuyo éxito resulta incierto.
La impugnación de Lula se decidió por amplio margen pero sin la unanimidad de los jueces. En una sesión que duró hasta el amanecer del sábado 1 de septiembre, los siete magistrados del tribunal votaron 6 a 1 en contra del ex presidente, quien cumple una condena por corrupción que él considera una farsa. Se sabe que el juez Luis Roberto Barroso emitió el primer voto contra Lula, afirmando que el fallo fue “muy simple” porque la ley prohíbe la participación de candidatos que ya fueron declarados culpables por una corte de apelaciones. “Aquí no hay margen para que el tribunal electoral haga ninguna otra evaluación salvo la que muestra que hay una declaración de culpabilidad, y esa condena afecta los requisitos del candidato para poder participar” en las elecciones. El juez Edson Fachin, sin embargo, no estuvo de acuerdo, y mencionó una exhortación reciente de una comisión de derechos humanos de Naciones Unidas para que se permitiera que Lula se postulara mientras sigue apelando la condena.
Lula, ex líder sindical, fue presidente de Brasil en los años de auge económico desde 2003 hasta 2010, promoviendo políticas sociales que sacaron a millones de personas de la pobreza. El ex presidente de Estados Unidos Barack Obama en una oportunidad dijo que era “el político más popular de la tierra”. Pero Lula y su partido han perdido mucho consenso en los últimos años debido a la prolongada crisis económica del gobierno de Dilma Rousseff y a una amplia investigación anticorrupción que involucró a muchos empresarios y políticos de alto nivel, incluido el mismo Lula.
El ex presidente está cumpliendo una condena de 12 años por corrupción y lavado de dinero tras ser declarado culpable de favorecer a la empresa constructora Grupo OAS a cambio de la promesa de un departamento en la playa.