Se intensifica la preparación del sínodo sobre la Amazonía que se llevará a cabo el próximo año 2019. los obispos de Colombia anunciaron dos asambleas preliminares, la primera del 5 al 7 de septiembre en la ciudad de Florencia, en el departamento sureño de Caquetá, y la segunda el 4 y 5 de octubre en Puerto Inírida, departamento de Vichada, en el límite con Venezuela. En el encuentro de Florencia participarán grupos de laicos, comunidades rurales e indígenas de las jurisdicciones eclesiásticas de Mocoa-Sibundoy, Puerto Leguizamo, San Vicente del Caguán y Florencia; a la segunda asamblea asistirán representantes de las jurisdicciones eclesiásticas de Puerto Gaitán, Puerto Carreño, Villavicencio, San José del Guaviare, Granada, Mitú, Leticia y Puerto Inírida. En ambos casos también estarán presentes organizaciones y entidades sociales cercanas al trabajo de la Iglesia católica, como las Universidades locales y otras asociaciones propias del laicado.
Los dos encuentros estarán centrados en el documento de base del sínodo para la Amazonía, titulado “Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”. En efecto, ese texto recomienda que “los caminos de evangelización” que se estudien en los encuentros nacionales “deben ser pensados para y con el Pueblo de Dios que habita en esa región: habitantes de comunidades y zonas rurales, de ciudades y grandes metrópolis, poblaciones que habitan en las riberas de los ríos, migrantes y desplazados, y especialmente para y con los pueblos indígenas”. El propósito de dichas asambleas, tal como señala el documento de base, es buscar una respuesta a la realidad de la selva pluvial amazónica, «de vital importancia para el planeta, [donde] se desencadenó una profunda crisis por causa de una prolongada intervención humana donde predomina una «cultura del descarte» y una mentalidad extractivista», dos actitudes que ya la encíclica Laudato Sii señala como responsables del grave deterioro del ambiente amazónico.
El documento describe la Amazonía como “una región con una rica biodiversidad, multiétnica, pluri-cultural y pluri-religiosa, un espejo de toda la humanidad”. Por eso afirma que esa realidad, “en defensa de la vida, exige cambios estructurales y personales de todos los seres humanos, de los estados, y de la Iglesia”.
Se considera que «escuchar a los pueblos indígenas y a todas las comunidades que viven en la Amazonía, como los primeros interlocutores de este Sínodo, es de vital importancia también para la Iglesia Universal». El documento de trabajo de las próximas asambleas plantea interrogantes cruciales: «Queremos saber ¿Cómo imaginan su “futuro sereno” y el “buen vivir” de las futuras generaciones? ¿Cómo podemos colaborar en la construcción de un mundo que debe romper con las estructuras que quitan vida y con las mentalidades de colonización para construir redes de solidaridad e interculturalidad? y, sobre todo, ¿Cuál es la misión particular de la Iglesia hoy ante esta realidad?».
Es evidente que las reflexiones del Sínodo sobre la Amazonía superan el ámbito estrictamente eclesial amazónico y apuntan a la Iglesia universal así como al futuro de todo el planeta. «Partimos de un territorio específico» advierte el documento, «desde donde se quiere hacer un puente hacia otros biomas esenciales de nuestro mundo: cuenca del Congo, corredor biológico Mesoamericano, bosques tropicales de Asia Pacífico y acuífero Guaraní, entre otros».
El proceso de preparación para el Sínodo previsto por la red eclesial panamazónica (REPAM) incluye la organización de asambleas territoriales en cada uno de los nueve países que conforman la región amazónica.