Sigue la espesa niebla sobre el destino de casi dos millones de “dreamers”. El Senado de Estados Unidos rechazó por el momento la propuesta del presidente Trump de proceder a regularizar 1.800.000 de inmigrantes indocumentados a cambio de 25 mil millones de dólares para levantar un muro en la frontera con México, reforzar con más personal y tecnología a la Agencia federal encargada de monitorear las zonas limítrofes y terminar con las medidas que establecen las leyes actuales en materia migratoria, que considera demasiado permisivas y peligrosas para la seguridad de los ciudadanos estadounidenses. Esa es la razón por la cual solicita eliminar la posibilidad de que un inmigrante naturalizado estadounidense pueda solicitar la residencia permanente para sus padres e hijos menores de 18 años, así como limitar y condicionar la adjudicación de visas de trabajo temporáneo exclusivamente a los países que ofrecen trabajadores altamente calificados para los sectores científicos y tecnológicos de la economía estadounidense. La legislación propuesta por Trump y rechazada por la mayoría del Senado pedía también sanciones fiscales contra las ciudades de Estados Unidos que ofrezcan ayuda humanitaria a los inmigrantes indocumentados.
El debate que comenzó el martes 13 tenía el propósito de aprobar el proyecto de ley cuyo punto central es el status de residencia y de trabajo de los dreamers. Como es sabido, el 5 de septiembre pasado Trump anunció el fin del programa DACA, promovido por el ex presidente Barak Obama en 2012, que protegía de la deportación a los jóvenes que llegaron a Estados Unidos siendo niños, pero había dado tiempo al Congreso hasta el 5 de marzo para encontrar una solución para su situación. A partir de esa fecha, en caso de no llegar a un acuerdo, cerca de 700.000 inmigrantes indocumentados podrán ser arrestados y eventualmente deportados de Estados Unidos.
No fue posible llegar a un acuerdo y por el momento la oposición demócrata, con el apoyo de los republicanos moderados, ha conseguido frenar los dictámenes de Trump. Pero el tiempo sigue corriendo y Trump no cede.