El Papa Francisco visitará Chile 28 años después que terminó la dictadura de Augusto Pinochet. Muchas heridas y traumas de los 17 años de régimen del general y su policía política todavía están abiertos. Mucho se ha hecho para la pacificación y reconciliación, pero todavía queda mucho por hacer. Es significativo y muy importante que en la ciudad de Iquique el Santo Padre pueda encontrarse y abrazar a dos víctimas de aquella época terrible. El obispo de la diócesis, mons. Guillermo Vera Soto, al confirmar la noticia explicó que estos dos chilenos (es probable que sean una mujer y un hombre), el 18 de enero le entregarán al Santo Padre una carta que muy posiblemente contenga el relato de los sufrimientos que padecieron cada uno de ellos.
También resultará significativo todo lo que se viva en la ciudad de Iquique, donde Pinochet autorizó y construyó dos de los peores centros secretos de detención y tortura que hubo en el país: la “Casa de la Risa”, en la calle Orella n. º 100 y la “Casa de la CNI”, en la calle Esmeralda n. º 562. En varias ciudades y localidades de la región desértica donde se encuentra Iquique hubo otros centros de horror del mismo tipo: Arica, Antofagasta, Calama y Chacabuco (donde se mantuvo en funcionamiento durante años un gigantesco campo de concentración). Obviamente el Papa Francisco sabe muy bien de qué se trata cuando se habla de tortura, violación de derechos humanos e interrupción del orden democrático y de los derechos constitucionales. En su país vivió situaciones idénticas en los tiempos de las sucesivas dictaduras que retuvieron el poder en Buenos Aires y que en gran medida colaboraron con Pinochet en la obra de dar una dimensión subcontinental a la represión. Este sencillo y discreto gesto del Papa dejará un recuerdo indeleble en el corazón de los chilenos.
Nunca antes había ocurrido que un Papa abrazara a una víctima de la dictadura de Pinochet regalándole una caricia y una sonrisa.