El goteo continuo de sacerdotes mexicanos asesinados, amenazados o secuestrados no debería diluirse en el olvido o, para usar la palabras de los que llevan la cuenta de las víctimas, “no debe permanecer en las estadísticas. Se trata de mantener viva la memoria y hacer algo antes de que esto sea demasiado tarde”, como advierten sus autores. “¿Podremos saber la verdad? No tenemos respuestas, y, lamentablemente, ante los hechos y cifras, otros sacerdotes y agentes de pastoral están en la mira del crimen organizado, que los ve como contrapeso de su poder”. Esa es la razón principal que llevó a los autores de “Tragedia y crisol del sacerdocio en México” a reunir en las páginas de un libro las biografías, las historias y el prematuro final de tantos sacerdotes asesinados en estos años en México. El libro es obra del Centro Católico Multimedial de la capital mexicana, que desde hace años lleva a cabo una atenta obra de información – y a menudo de contrainformación – sobre la violencia contra el clero en esta parte del mundo que estará muy pronto en las librerías de México y de otros países. No es un título agradable, pero en este caso lo que verdaderamente importa es el contenido.
Los autores hacen una análisis de las causas y de las consecuencias de estos crímenes, que desde hace ya muchos años han convertido el país azteca en el más peligroso del mundo para los que usan sotana. La tesis central resulta convincente. «Estos crímenes no son por odio a la fe, sino por la prédica religiosa que hace frente al “poder” de las bandas criminales». El hecho de que esa misma fe inspire misericordia por el pecado humano e intransigencia respecto de las prevaricaciones de los violentos contra los más débiles, no hace sino incrementar el odio contra los religiosos por lo que creen y profesan.
En una entrevista concedida al principal semanario de México, Proceso, el religioso paulino Omar Sotelo, director del Centro Católico Multimedial, plantea este análisis de conjunto y habla de “clericidio” con los números en la mano. Por ejemplo, durante los seis años de la presidencia de Felipe Calderón, entre 2006 y 2012, hubo 17 sacerdotes asesinados y “en la mayoría de estos casos – dice el libro – hay pocos avances en las investigaciones para descubrir quiénes fueron los asesinos y las razones que llevaron a los culpables a cometer el homicidio de estas personas”. En los seis años siguientes, entre 2012 y fines de 2017, las cosas no hicieron más que agravarse, el número de sacerdotes asesinados ascendió a 19, más un religioso. Solo en 2017 hubo cuatro sacerdotes muertos.
En el registro que hace el libro de próxima aparición, también se enumeran decenas, cientos de casos de extorsión contra sacerdotes, amenazas, atentados intimidatorios, y ataques contra iglesias y lugares de oración, como el que se produjo en la catedral de Ciudad de México el 15 de mayo, que provocó la muerte de un sacerdote, y el ataque claramente terrorista contra el cuartel general de la Secretaría de la Conferencia Episcopal Mexicana en las primeras horas del 25 de julio. El padre Omar Sotelo, director del Centro Católico Multimedial, considera que el trágico inventario que se podrá leer dentro de pocos días no solo producirá impresión por la cantidad de eventos reunidos en un único archivo y la progresión que refleja, sino que debería servir “para acelerar un cambio de mentalidad y de las políticas públicas que han demostrado ser un fracaso”.