Estoy leyendo las opiniones que circulan por varios chats y tomándome el tiempo para reflexionar y formarme una opinión con base en la realidad y no en mis deseos o creencias.
Ayer a la noche escribí que el “fraude hay que demostrarlo y no suponerlo”. Y luego agregué que, de ser cierto los resultados, “…entonces nuestros esquemas analíticos están equivocados. Igual que todas las encuestas”.
Lo primero que se debe descartar es si hubo o no fraude en el proceso de votación, conteo de votos y transmisión de los datos al centro de cómputos. Esa tarea no parece nada complicada si se dispone de todas las actas, para hacer la constatación con los resultados anunciados. Aquí adelanto una presunción: no creo que haya habido fraude en el proceso de votación, conteo de votos y transmisión de datos. Y lo presumo por una razón sencilla: hacer fraude en el proceso de votación con testigos en todas las mesas, miles de ojos vigilando y evidencia documental (actas) es una apuesta alta, arriesgada, muy costosa y poco viable. Así que, en principio, no me parece que hubo fraude en el proceso de votación, por lo que los resultados anunciados parece que sí reflejan los votos emitidos por los ciudadanos. De ser cierto lo que digo, lo que procede es reconocer los resultados y aceptar que el chavismo obtuvo las 17 gobernaciones que dice que gano el día de ayer. Aquí la oposición debe hablar con claridad, sin ambigüedad, sin irse por las ramas, y reconocer el triunfo del chavismo en las regionales.
Descartado el fraude en el acto de votación propiamente dicho, habrá que buscar la explicación en el proceso previo, es decir, en todo lo ocurrido antes. Aquí habrá que revisar por igual lo que hizo el gobierno, pero también lo que hizo la oposición. Del lado del gobierno se hicieron muchas cosas, que sumadas y conjugadas con un norte preconcebido produjo el resultado que andaban buscando y que al final construyeron: ganar las regionales.
En este sentido, nos guste o no, el gobierno han sido un mejor estratega. Tuvo la capacidad de planificación y ejecución suficiente para situarse en mejores condiciones frente al proceso electoral, sacar partido de todas las artimañas que utilizó (adelantar la fecha de las regionales, no anunciar con antelación el calendario electoral, la no sustitución de candidatos, la reubicación de centros, el uso abusivo de los recursos del Estado, etc., etc.) y no dejar que la oposición capitalizara con votos el rechazo del país en contra el gobierno. Esta visión es importante, porque la competencia entre gobierno y oposición es un juego y cómo tal es tan importante -o más- que no te saque ventaja el contrario como sacarla tú mismo. Es claro que el gobierno no juega ni jugará limpio. El bienestar de los ciudadanos le importa muy poco. Su ética es la ética de aferrarse al poder a cualquier precio. Para ello tiene al Estado, sus recursos y un árbitro que acomoda las reglas para incrementar sus ventajas y disminuir la del contrario, sin el menor escrúpulo.
Del lado de la oposición, sólo diré por ahora que pesa mucho no tener un centro de dirección con capacidad estratégica y de planificación. Hemos sido capaces de ejecutar un plan sin mucha preparación, casi siempre en forma reactiva y cuando ya es tarde. Hay muchas otras cosas como la falta de unidad, la ausencia de debate, los desacuerdos estratégicos y tácticos, etc. Todo ello habrá que revisarlo, porque en este proceso electoral la oposición también construyó su propia derrota. Entendamos de una vez: no todo es achacable al gobierno. Será duro reconocer y admitir los propios errores y mucho más hacerlo frente al país. No hacerlo es peor, porque esa conducta será castigada en eventos futuros. Así no habrá lecciones aprendidas ni posibilidad de recuperación para las próximas batallas. El país espera y demanda una oposición capaz de sobreponerse, madurar, llegar acuerdos y seguir adelante corrigiendo el rumbo.
*RivistaSic, de los jesuitas del Centro Gumilla de Venezuela