Por lo que hemos podido saber, con las verificaciones correspondientes, durante la estadía del Papa Francisco en Colombia no se han previsto ni programado encuentros especiales con políticos ni personalidades locales o latinoamericanas así como tampoco se han previsto ni programado intervenciones del Pontífice referidas a otras situaciones de la región. La idea, el proyecto, el deseo es uno solo: que el Santo Padre pueda concentrarse lo máximo posible en la compleja realidad colombiana, especialmente en el delicadísimo tránsito que vive la nación colombiana tras la firma y aplicación de los Acuerdos de paz con la guerrilla de las ex Farc. Esta regla solo podría modificarse en el caso de que ocurriera algo imprevisto y excepcional, sobre todo en Venezuela. Pero por el momento nada está previsto al respecto.
Por ejemplo, el Papa Francisco no podrá dedicarle tiempo a la audiencia que ha solicitado el ex presidente Uribe, político agresivo y contrario a los Acuerdos de paz que encabeza un movimiento que en las últimas semanas ha trabajado abiertamente contra la visita de Francisco. El “uribismo” está llevando a cabo una campaña hostil a la presencia del Papa. Tampoco se realizará un encuentro del Pontífice con venezolanos que han huido de su país y viven temporalmente en las regiones fronterizas entre los dos países. Son miles de personas. Como es la norma en estos casos, los solicitantes podrán en todo caso ser recibidos y escuchados por el Nuncio u otro colaborador del Papa que forma parte del séquito que lo acompaña. Todo dependerá de la gravedad y urgencia del problema que se plantea.
Naturalmente todo ello no afecta la agenda privada de Francisco y es sabido, por ejemplo, que hablará de la situación en Venezuela durante su encuentro personal con el Presidente Manuel Santos el 7 de septiembre. Así lo anticipó el mismo mandatario en una entrevista con la BBC. Francisco volverá a referirse a ese tema, siempre en privado, con una delegación de obispos de Venezuela que debe recibir en la Nunciatura de Bogotá, encuento que fue confirmado por el episcopado venezolano.
La decisión del Papa sigue las directivas que por lo general se aplican a todos sus viajes y que en realidad fueron heredadas de las peregrinaciones internacionales de los anteriores Pontífices. Sin embargo, en esta oportunidad se ha reforzado la atención en este sentido porque, obviamente, la compleja y precaria situación latinoamericana – con una cantidad de crisis de todo tipo : Brasil, Chile/Bolivia, migrantes de América Central, relaciones entre los gobiernos de la región y la administración Trump – hace ya varias semanas que permitía anticipar que las “contaminaciones” podían ser muchas y en algunos casos muy delicadas.
El Papa Francisco siempre dijo que deseaba visitar Colombia para ayudar a blindar la paz. Ahora parece que también hace falta blindar el viaje, por así decirlo, para salvaguardar su fuerza. El Papa Francisco desea que su misión de paz y amor, diálogo y reconciliación, justicia y verdad en Colombia tenga un gran éxito, por el bien de los colombianos. No debe quedar como algo hermoso pero estéril. El viaje tiene que resultar impactante, a tal punto de que después haya una Colombia “antes” y una Colombia “después” de la visita del Papa.
El “éxito” que debería tener la visita del Papa en esta oportunidad adquiere una relevancia raramente vista en los 19 viajes internacionales anteriores. Francisco se siente fuertemente comprometido con la paz y la reconciliación en Colombia, independientemente de cómo se desenvuelvan sus actores políticos y de sus dinámicas socio-institucionales. Él está convencido de que una verdadera, auténtica y duradera paz en Colombia puede inaugurar una nueva era para toda América Latina.