Lo intentaron en Brasil, en las últimas elecciones administrativas, y consiguieron un buen botín de consejeros y alcaldes. Buena performance también en Colombia para el referéndum sobre los acuerdos de paz en octubre del año pasado. Y en noviembre veremos lo que ocurre en Chile, donde se están organizando para la contienda presidencial que debe elegir al sucesor de Michelle Bachelet.
Los evangélicos están descubriendo que son una fuerza electoral y compactan sus filas para debutar en las altas esferas de las políticas nacionales de los diversos países de América Latina. Después de la participación en las marchas multitudinarias en agosto de 2016 contra unas cartillas de educación sexual que el Ministerio de Educación quería distribuir en las escuelas públicas de Colombia, y el apoyo que dieron al “No” en el plebiscito que debía ratificar los Acuerdos de paz entre el gobierno y las Farc, varios líderes evangélicos llegaron a la conclusión de que tenían fuerza suficiente para influir en la política nacional del futuro gobierno. Convencidos de que el país va por mal camino y que la ideología gender destruye la familia tradicional, los pastores del variado universo evangélico consideran que ha llegado el momento de salir a la palestra como tales. Lo declara abiertamente la diputada evangélica Ángela Hernández, que arremete contra “la comunidad LGBTI” que “impuso su agenda política en el Congreso mientras nosotros nos quedamos en las iglesias y no conquistamos los lugares de poder”. Y piensa que los números demuestran que están en condiciones de hacer que las cosas cambien.
Los que ofrece Jorge Trujillo, pastor de la Iglesia Manantial de Vida Eterna”, hablan del 17 por ciento de la población del país, tres millones de votos aproximadamente, que bien orientados podrían multiplicar su peso político. Y de esto – confirma Trujillo – se está hablando en diversas sedes evangélicas.
En realidad el tema se empezó a tratar apenas concluyó el referéndum de octubre de 2016 que consiguió suspender temporariamente la aplicación de los acuerdos de paz firmados en La Habana, hasta llegar a la decisión de fundar un partido único cristiano que denominaron “Libres”. “Estábamos cansados de que los candidatos solo nos buscaran para que guiemos nuestro rebaño a votar por alguno de ellos para luego abandonarnos”. Pero en la tercera reunión – sigue diciendo el pastor de la Iglesia Manantial de Vida Eterna – una parte de los pastores decidieron crear otro partido llamado “Colombia justa”. La revista colombiana Semana revela por su parte que algunos pastores evangélicos están trabajando en la creación de un “centro de pensamiento que brinda formación a dirigentes y candidatos, y se propone desarrollar la plataforma ideológica del movimiento” para una futuro partido único cristiano.
Los tiempos apremian. Dentro de un año en Colombia se celebran las elecciones generales, parlamentarias primero y presidenciales después. Las primeras sin las FARC en armas. Los evangélicos lo saben y preparan convergencias que también prometen ser inéditas.