El editorial del semanario católico de Ciudad de México ya estaba escrito cuando en la catedral de la mayor urbe de América Latina un hombre se lanzó contra el celebrante apuñalándolo tres veces. Un vocero del arzobispado, que todavía está presidido por el renunciante cardenal Norberto Rivera Carrera, hizo saber que el sacerdote, Miguel Ángel Machorro, se encuentra en graves condiciones y que el agresor, un varón de treinta años, fue inmovilizado por un grupo de fieles y entregado a las fuerzas de seguridad, que intentarán comprender cuáles fueron las razones del ataque. El día anterior, en el violento estado de Sinaloa, fue el turno de un periodista del diario La Jornada, Javier Valdez Cárdenas, de 50 años, conocido por sus publicaciones sobre el narcotráfico. Lamentablemente el atacante que lo sorprendió caminando a pocos metros de la sede del semanario Ríodoce que dirigía, no fracasó en su misión, y tampoco falló dos días antes el asesino de la activista Miriam Rodríguez, protagonista de una intensa campaña para que se aclaren miles de casos de desaparecidos, que en su mayoría terminaron en las fosas comunes cavadas por los narcos. Machorro es el tercer sacerdote asesinado en el curso de este año y el número 18 en cuatro años y poco más de gobierno de Enrique Peña Nieto, cuya presidencia comenzó en diciembre de 2012. Valdez es el sexto hombre de prensa que eliminan en este año 2017 y el número 80 desde el 2000.
“En México vivimos una situación de desastre” titula Desde la Fe en el número que circula desde hace pocos días. Y para ilustrar las proporciones de la catástrofe el semanario cita la reciente edición de “Encuestas sobre Conflictos Armados 2017” del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres, que demuestra que el país ocupa el segundo lugar a nivel mundial en incidencia de homicidios violentos, inmediatamente después de Siria y por delante de Irak, dos países donde se libra una guerra abierta.
En México, “en el año 2016, hubo 26 mil decesos ligados a circunstancias de hiperviolencia […] y entre febrero y marzo de 2017 fueron 3.779, números que corresponden a un país en guerra”, observa el Instituto británico citado por el semanario mexicano. Se releva también que en el bienio 2015-2016 los homicidios se incrementaron en un 22.8 por ciento. La escalada del primer trimestre de 2017 resulta escalofriante: 3.779 muertes violentas denunciadas. Es una verdadera “guerra no declarada”, denuncia el semanario católico de Ciudad de México, “con miles de víctimas cuya situación jurídica está lejos de tener una solución satisfactoria”.
El Sistema Informativo de la Arquidiócesis de Ciudad de México (SIAME) cita un estudio reciente de la Conferencia Episcopal mexicana titulado “Los desaparecidos nos faltan a todos”, donde se menciona el descubrimiento de fosas clandestinas y el hecho de que hay desaparecidos en todo el territorio nacional: “Ahora sabemos – dicen los obispos – que hay personas desaparecidas en casi todos los lugares y a todos los niveles. Se han registrado casos públicos de desaparición de niños, mujeres, hombres que van desde hijos de empresarios, profesionales, migrantes, campesinos, deportistas, sacerdotes, policías, militares y funcionarios públicos”.
El “Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidos”, acumula en sus archivos cerca de 30.000 casos de desapariciones hasta el mes de octubre de 2016, sobre todo en estados como Tamaulipas (donde fue asesinada la activista de derechos humanos Miriam Rodríguez), México (al que pertenece el sacerdote Miguel Ángel Machorro), Jalisco y Sinaloa (donde trabajaba el periodista Javier Valdez Cárdenas).