Los temores de que el desarme de las Farc sea también el comienzo de una matanza de guerrilleros en tiempos de paz tuvo la primera confirmación. Luis Alberto Ortiz Cabezas es la primera víctima, un joven guerrillero asesinado la semana pasada en una zona rural de la localidad de Tumaco, en la provincia de Nariño, ubicada en la región sudeste de Colombia que abarca desde los Andes hasta el Océano Pacífico. De pacífico tiene poco el territorio de Tumaco, donde se registra la mayor cantidad de hectáreas de coca sembradas en el país y numerosos laboratorios de clorhidrato de cocaína. Los habitantes de esta región – explica el semanario colombiano Semana – “se han cruzado con casi todos los grupos armados ilegales que ha visto nacer el país”.
El guerrillero de las Farc fue asesinado en su casa cuando visitaba a sus familiares. La muerte ocurrió el 16 de abril pero la prensa colombiana recién publicó hoy la información porque los miembros del Secretariado de las Farc y el Mecanismo de Monitoreo y Verificación de los acuerdos de paz querían confirmar los hechos. El comunicado que se difundió después de la investigación afirma que “Este hecho criminal se suma a otros homicidios causados, según personas de la comunidad, por un hombre apodado ‘Renol‘, quien pertenece a un grupo armado que hace presencia en la zona”.
Desde la firma de los acuerdos de paz el pasado mes de noviembre ya murieron 31 personas que de alguna manera estaban relacionadas con los acuerdos. Fuentes del gobierno de Manuel Santos desmintieron que los homicidios presenten elementos comunes que permitan suponer un plan de exterminio de guerrilleros desmovilizados, pero la progresión de los hechos y el perfil de las víctimas hacen pensar que precisamente se trata de eso.