La tan ansiada salida al mar, el reclamo histórico por excelencia de Bolivia desde los tiempos de la Guerra del Pacífico (1879 a 1884) que ganó Chile en desmedro del país andino y su aliado, Perú, podría quedar resuelta –por lo menos en parte- por el megaproyecto que en marzo reunirá en el país del presidente Morales a los representantes de varios países europeos y latinoamericanos. Con el tratado de 1904, La Paz perdió 400 kilómetros de costa y 120.000 kilómetros cuadrados de territorio, y desde entonces ha intentado en reiteradas oportunidades recuperar por la vía de la negociación un acceso al Océano Pacífico. Resulta evidente la importancia estratégica que reviste lo que se ha denominado el “Corredor ferroviario bioceánico central”, que unirá el puerto de Santos, sobre el Océano Atlántico en Brasil, con el puerto de Ilo en Perú, sobre el Pacífico, pasando por Paraguay y el territorio boliviano. De esa manera Bolivia podría transportar todos sus productos de exportación en tren hasta el puerto de Capitán Carmelo Peralta en Paraguay y, construyendo un puente, transportarlos en barco hasta el Atlántico. Se trata de un proyecto faraónico que involucra en gran medida capitales europeos en busca de inversión.
En Bolivia se llevará a cabo el encuentro de cinco países con el propósito de concretar acuerdos para comenzar los trabajos de construcción del tren bioceánico. En la mesa de negociaciones participará Bolivia, Perú, Paraguay, Alemania y Suiza. Alemania parece dispuesta a liderar el proyecto y aportará la mayor parte de los financiamientos necesarios y a ella se unirán empresarios suizos y australianos.