La homilía de la Misa del viernes 10 de mayo en la misa en la Casa Santa Marta fue memorable. El Papa Francisco ha descripto la característica fundamental de una personalidad cristiana: “El cristiano es un hombre o una mujer alegre”. La alegría del cristiano no es la alegría que viene de motivos coyunturales, sino que es un don del Señor que colma el interior. “Pero esta alegría, se pregunta el Papa, ¿podemos “embotellarla un poco” para tenerla siempre con nosotros?”
No sé si será nostalgia pero creo que a veces le sale el químico de adentro. Al menos esta vez me pareció así, eso de “embotellarla un poco” me sonó a probetas, frascos de Erlenmeyer o tubos de ensayo, cuestiones de laboratorio. Creí – en el tiempo – sentir el olor del laboratorio de mi padre. Y me parece que no me equivoqué porque luego siguió respondiendo esa pregunta: “No, porque si nosotros queremos poseer esta alegría sólo para nosotros, -para “consumo personal”, se podría agregar- al final se estropea, así como nuestro corazón, y al final nuestra cara no transmite esa alegría sino la nostalgia, una melancolía que no es sana. A veces estos cristianos melancólicos tienen más cara de pepinos en vinagre que de personas alegres que tienen una vida bella¨, añadió. No me equivocaba, ese “vino del estío” – como aquel de Ray Bradbury – no compartido, se agriaba. Se transformaba en vinagre, un proceso químico.
- Pero, ¿Qué tiene contra mis queridos “eingelegte Gurken”, mis pepinos encurtidos? ¡Sólo faltaría que agregara la cerveza!- le dije a un amigo que me persigue con sus historias.
- No es contra los pepinos en vinagre… sino contra los que tienen cara de pepinos en vinagre – me aclaró. Acepté mi error. Y eso de las caras avinagradas no es nuevo, también trajo recuerdos, nostalgias de una vez, allá en el Colegio, en donde habló de “no dejar enranciar la alegría”. Era una charla informal, fuera de horas de clases y el tema salió en relación a un grupo de habitués de la Iglesia del Colegio, en el que primaban las caras amargas.
-”La Fe es alegría, la Palabra de Dios es alegría. ¿A Ustedes les gustan las caras agrias?” preguntó entonces como ahora. Nosotros nos miramos sin entender mucho y él siguió – ¿Les gustaría ir a ver a una chica y que ella, en vez de recibirlos sonriente, alegre, lo haga con una cara agria?-
-¿Cómo nos van a gustar las caras agrias? ¡No somos estúpidos! – respondimos con toda la suficiencia adolescente que nos cabía.
-”A Dios tampoco”.- aseguró – ¡Ojo! que no es lo mismo una cara agria que la de quien está sufriendo! – concluyó.
Lo bueno de escucharlo ahora hablar de alegría y de caras de vinagre es que me recuerda otros tiempos, en que teníamos menos experiencia por detrás y más futuro por delante, porque en la edad feliz todo hacía más fácil convocar la alegría… ¿Y ahora no? ¿Nos habremos vuelto como aquel grupo de caras agrias? Espero que no. Querría estar seguro de ello. Diariamente tratan de vendernos la felicidad en cuotas. Caras sonrientes de publicidad de dentífricos intentan vendernos un mundo tan irreal como podamos pagar. Pero no hay ninguna letra chica que asegure la alegría.
Escucharlo como Papa Francisco es diferente pero no tanto como podrían suponer. Siempre que tuve oportunidad de encontrarlo he sabido que por serio que fuera lo que tendríamos que tratar, la alegría estaría presente. Nunca me pregunté mucho ¿Por qué? y ahora escuchándolo es como si me diera la respuesta: “¿Qué es esta alegría? ¿Es estar contento? No: no es lo mismo. Estar contento es bueno, ¿eh?, pero la alegría es algo más, es otra cosa. Es algo que no viene de motivos coyunturales, del momento: es algo más profundo. Es un don”.
El, el Papa, nunca se repite de la misma manera. Es que él, como la alegría, siempre está en movimiento. -”La alegría no puede quedarse quieta: debe caminar. La alegría es una virtud peregrina. Es un don que camina, que camina por los senderos de la vida, camina con Jesús. Predicar, anunciar a Jesús, la alegría, alarga el camino, lo amplía”. Estas palabras me han echo comprender de otra forma mis peregrinajes a Santiago de Compostela. De los que él sabe. Cada vez que le anuncio que haré uno nuevo me dice: – ¡Estás loco! – y acto seguido agrega que me acompañará rezando por mí para que el viento gallego me traiga el “chamuyo de Dios”. Sé que lo hará.
Lo que no me cabe en la cabeza es qué tiene contra los pepinillos en vinagre…!
- Ese Dios católico que nos “primerea” siempre.
- “No balconeen la vida, métanse en ella, como hizo Jesús” Gesù
- Una civilización que está “falseada” tiene urgente necesidad de la esperanza cristiana
- “Hagan lío”, porque la Buena Noticia no es silenciosa…
- Esa anulación que elimina al Otro. No se dejen ningunear
- El Pescador quel lama a “pescar” una mirada nueva hacia la sociedad y la Iglesia
- Qué pena una juventud empachada y triste!
- “Misericordiando”. Dialogo con el Papa sobre un gerundio curioso
- El “chamuyo” de Dios
- ¡Qué Dios me banque! Si Él me puso aquí, que Él se haga cargo
- El espíritu del soldado y los generales derrotados por el “habriaqueísmo”
- “Patear para adelante”. Las metáforas futbolísticas de un Papa
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