PASO POR CUBA DE MADRE TERESA DE CALCUTA. La futura Santa en el recuerdo del obispo de Holguín. “Nos mostró que el pobre no es un dato sociológico o político. Se le ama y se le sirve”

Escultura de Madre Teresa del artista cubano José Villa Soberón. Está colocada en los jardines del convento de San Francisco de Asís en La Habana
Escultura de Madre Teresa del artista cubano José Villa Soberón. Está colocada en los jardines del convento de San Francisco de Asís en La Habana

Madre Teresa de Calcuta desembarcó en Cuba en 1986, donde tuvo un encuentro con Fidel Castro, a quien dejó de regalo una imagen de la Virgen del Milagro. “La primera vez que la vi fue en la Casa sacerdotal de La Habana. Ella fue a hablar a los sacerdotes reunidos en el salón de actos. Iba acompañada de otra Misionera de la Caridad. Era una mujer encorvada que levantaba la mirada para poder ver al interlocutor. Nos entregó una tarjeta de presentación y con su letra puso God bless you”. La evocación es del obispo cubano Emilio Aranguren y fue publicada por la revista On Cuba, un periódico que se edita en Miami y tiene corresponsales estables en la Isla. Posteriormente la reprodujo la revista del arzobispado de La Habana Palabra Nueva. Madre Teresa de Calcuta no fue la única santa que pasó por Cuba, recuerda la publicación que responde al cardenal Jaime Ortega y Alamino: “Al ser canonizada, Agnes Gonxha, nombre de cuna de la religiosa albanesa, se sumará a la lista de otros incluidos en el santoral católico y quienes han tenido una estrecha relación con la Isla o han pasado por ella”, como San Antonio María Claret, quien fue arzobispo de Santiago de Cuba; José López Piteira, un monje agustiniano que murió durante la guerra civil española y fue beatificado el 28 de octubre de 2007; Fray José Olallo Valdés, fraile de Fatebenefratelli, beatificado por Benedicto XVI el 15 de marzo de 2008 y San Juan Pablo II, al que muchos cubanos conocieron personalmente en 1998. La última de la serie, Madre Teresa, tocó suelo cubano por primera vez en los años ’80, pero sin salir del aeropuerto internacional José Martí. La segunda vez fue en julio de 1986, para abrir la primera casa de las Misioneras de la Caridad en La Habana. Con el transcurso del tiempo pasaron a ser 8 casas activas y una contemplativa.

“Me llamó la atención el tono de voz, la mirada serena y profunda y los dedos de los pies totalmente unos sobre otros”, recuerda Emilio Aranguren, que es obispo de la provincia de Holguín, segunda etapa del histórico viaje del Papa Francisco el pasado mes de septiembre. El prelado afirma que al escucharla pensó en los pies del mensajero que anuncia la paz y trae la buena nueva del que habla Isaías. “Interiormente completé la frase bíblica, diciendo: Y pregona la victoria del amor”, comenta Aranguren, y agrega que no se sorprendió en absoluto con la noticia de la canonización. “Lo esperaba. Cuando leí el programa del Año Jubilar de la Misericordia que comenzó el ocho de diciembre pasado y que se extenderá hasta el 20 de noviembre de este año, me fijé que el 5 de septiembre (día de la Fiesta de la Beata Teresa de Calcuta y aniversario de su muerte) hay un celebración jubilar especial. Y me dije: seguramente que el proceso de canonización de la Madre Teresa estará vinculado a esta celebración jubilar”.

Y así fue.

Beatificada el 19 de octubre de 2003 por Juan Pablo II como conclusión de uno de los procesos más rápidos de la historia de la Iglesia, tan solo dos años después se abrió la causa de canonización que terminó el 15 de marzo, cuando el Papa Francisco firmó el decreto. A pesar de que la Iglesia ya celebra la memoria litúrgica de la futura santa el 5 de septiembre, la canonización se anticipó un día, al 4 de septiembre, a fin de que coincidiera con el Jubileo de los operadores y voluntarios de la Misericordia, para los cuales la Madre Teresa es un referente ideal casi obligatorio. En Cuba se festejará el evento con entusiasmo, confirma el obispo de Holguín, porque los católicos cubanos la sienten muy cercana. “La Madre Teresa acostumbraba presentar la palma de la mano y con el dedo índice de la otra mano iba señalando a cada uno de los cinco dedos de la otra mano, y decía: Cada vez que ustedes tengan un gesto de misericordia con el prójimo… entonces deletreaba: A (primer dedo) MI (segundo) ME (tercero) LO (cuarto) HICIERON (quinto). Hay una estrecha relación entre la Madre Teresa y el amor hecho misericordia con gestos concretos a favor del prójimo”.

Confirmando el afecto de la población cubana por Madre Teresa, dos años después de su muerte, en 1999, se inauguró en La Habana un monumento de bronce en el jardín dedicado a ella, que se encuentra en la parte posterior del convento de San Francisco de Asís. Es una creación del escultor José Villa Soberón, “reflejo de la intensa espiritualidad y la suprema humildad de aquella gran mujer, en un mundo martirizado por la pobreza, la guerra y el dolor”, dijo el historiador de la ciudad de La Habana, el comunista Eusebio Leal, el día de la inauguración.

“En décadas pasadas, en varias ocasiones oí decir: en Cuba no hay pobres y sí los había y sí los hay”, objeta monseñor Aranguren. “Y esa persona pobre lo primero que requiere es que se le tenga en cuenta como persona. Y la Madre Teresa supo hacerlo ver, comprender y aceptar. Seguramente que la expresión de San Vicente de Paúl a las Hijas de la Caridad: Los pobres son nuestros amos, caló profundo en el corazón de la Madre Teresa” y es que “nunca debe reducirse al pobre a un dato sociológico, ideológico o político. Al pobre se le ama y se le sirve, tratando de que la mano izquierda no se entere lo que hace la derecha, porque puede ocurrir que se le manipule, aunque se le haga un bien. Teresa de Calcuta se acercó a los pobres tal cual, porque eran criaturas, hijos de Dios, prójimos. Fue una mujer que actualizaba diariamente el mensaje del buen samaritano”.

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