La Corte Internacional de La Haya finalmente se ha pronunciado poniendo fin a una prolongada disputa entre Chile y Perú. El fallo acoge algunas de las posiciones del Gobierno de Santiago, pero le reconoce a Lima una parte de las aguas que Chile consideraba de su propiedad y en las cuales hasta el momento ejercía su soberanía territorial. La sentencia modifica los límites marítimos entre los dos países pero no debería afectar a los pescadores chilenos, sobre todo los más pequeños, que tienen un radio de 40 millas para desarrollar su actividad.
Tras seis meses de batallas legales, la Alta Corte de la ONU ha modificado los límites que Chile reivindicaba desde hace cincuenta años, en lo que Santiago consideraba una “equitativa” solución a la disputa que se remonta al conflicto entre ambos países en 1879. La guerra del Pacífico modificó los límites, y a consecuencia de ello Perú perdió el 25% de su territorio y Bolivia perdió la salida al mar. Lima había iniciado las acciones contra Chile en 2008, afirmando que sus fronteras en el Océano Pacífico no eran claras y acusando a Santiago de haberse apropiado de su territorio.
“Es la primera vez que buscamos soluciones sin armas, sin protestar, recurriendo al diálogo, la reflexión y la responsabilidad”, comentó el Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Salvador Piñeiro, destacando que los dos gobiernos se han comprometido a respetar la sentencia y reconociendo los esfuerzos realizados por las autoridades peruanas y chilenas para promover la fraternidad. “Si hubiera sido fácil, no hubiéramos tenido que recurrir al tribunal. Por lo tanto aceptaremos la sentencia y nos daremos un abrazo de hermanos”, declaró el Prelado a la agencia peruana Andina.
Ahora toca a Chile y Perú establecer puntualmente las fronteras, visto que se han comprometido a respetar el veredicto de la corte de las Naciones Unidas. En efecto, en reiteradas oportunidades los dos presidentes –la chilena Bachelet y el peruano Ollanta Humala- declararon que estaban dispuestos a acatar y reconocer la sentencia de la Corte de Justicia de La Haya, que por otra parte es inapelable y debe ser obligatoriamente aplicada por las partes. De todos modos, se hará de manera gradual y consensuada.