El cambio se producirá en marzo, cuando los latinos de origen hispano superen a los anglosajones en el estado más poblado y rico de los Estados Unidos de América, California. Dentro de algunos días el 39 por ciento de los californianos podrá reivindicar orígenes latinos, contra el 38.8 por ciento de blancos no latinos. La fuente es completamente fidedigna: el proyecto de presupuesto para el ejercicio 2014/2015 del Gobernador de California, Jerry Brown.
California, con sus 37 millones de habitantes, quedará entonces alineada con otro estado –Nuevo México-, que también se encuentra en la frontera con México y donde la mezcla demográfica con predominio hispano ya se ha verificado.
El crecimiento de la población hispana en USA es espectacular, considerando que apenas veinticinco años atrás los latinos representaban poco más de un cuarto de la población total (exactamente el 26%), contra el 57 por ciento de los blancos no latinos. Es cuestión de días para que, desde el punto de vista demográfico, los latinos -con un promedio de 28 años de edad- pasen a ser el grupo étnico más numeroso en el estado de California, seguido por blancos no latinos y asiáticos. Estos últimos constituyen el 13 por ciento y según las proyecciones conservarán esa proporción en los próximos cinco años.
En cuanto a las previsiones a largo plazo, las estadísticas demográficas para California consideran que la población latina llegará al 50% en 2042.
El informe pone de manifiesto otro dato con consecuencias sociales fundamentales: el envejecimiento de los californianos. En los próximos cinco años los residentes mayores de 65 años alcanzarán el 20,7 por ciento. Exactamente opuesta a la tendencia de la población inmigrante de los países de América Latina, que es mucho más joven y prolífica.
En definitiva, se puede decir que el Choque de civilizaciones previsto por Samuel Huntington, director del Centro de estudios estratégicos de la Universidad de Harvard y uno de los principales expertos en política internacional, parecerían asumir cada vez más -contra de las previsiones de su autor- la fisonomía de una lenta asimilación de los anteriores “dueños de casa” de ascendencia anglosajona llevada a cabo por los inmigrantes hispanos. La perspectiva de que la inmigración latina en Estados Unidos transforme de manera significativa la cultura de ese país, aparentemente solo ha sido contemplada con cierta atención por el mundo católico.
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