Es una página prácticamente desconocida de la vida del joven Romero, un lapso que duró 127 días, del 16 de agosto al 23 de diciembre de 1943, al que ni siquiera el beato arzobispo de San Salvador hace referencia en sus escritos o entre sus colaboradores posteriores. Cronológicamente se sitúa al terminar los seis años de estudios romanos, cuando Romero emprendió el viaje de regreso a El Salvador, donde esperaban al nuevo sacerdote dispuesto a empezar su trabajo pastoral en alguna diócesis del convulsionado país. Romero tomó el vuelo de la línea de bandera Aerolíneas Argentinas desde el aeropuerto Leonardo da Vinci de Roma hasta Barcelona, donde permaneció algunos días para visitar Madrid y Bilbao. Luego embarcó en la nave “Marqués de Comillas” para cruzar el océano con destino a El Salvador.
Ese período misterioso de poco más de cuatro meses, sobre el cual uno de los biógrafos del obispo mártir se vio obligado a reconocer con cierta frustración que no podía encontrar nada, ahora resulta providencialmente esclarecido por una investigación del director de la página web Super Martyrio, Carlos Colorado, quien por primera vez ofrece datos, circunstancias y detalles sobre los acontecimientos que ocurrieron en ese período. Entre otras cosas, aparece involucrado también un inédito Ernest Hemingway, Nobel de Literatura con un pasado cubano, en el rol de espía que despierta las sospechas sobre Romero. Cuando llegó a Cuba, Romero y su mejor amigo de aquel momento, el padre Rafael Valladares, fueron arrestados y recluidos en un campo de concentración. “Seguramente Romero y Valladares viajaban tranquilos en el “Comillas”, pensando que habían superado el peligro al haber dejado atrás las guerras europeas”, escribe Carlos Colorado. “Lo que no se imaginaban es que el Atlántico era un mar de intrigas, inundado de espías y conspiraciones, rumores de infiltración y una verdadera guerra auxiliar entre buques aliados y submarinos del Eje, especialmente los famosos “U-Boots” alemanes. Por la reconstrucción del director de Super Martyrio sabemos que la primera escala que hizo el barco donde viajaba Romero fue la isla de Trinidad Tobago, un sábado 18 de septiembre. Allí fue escrupulosamente interrogado. Es el primer indicio de que el clima tranquilo en la nave de pasajeros era solo aparente, porque en realidad era “foco de sospechas”. Y aquí comienza un episodio sobre el cual todavía hay legítimas dudas y que Colorado refiere de la siguiente manera: “El diciembre anterior, el futuro premio Nobel de literatura estadounidense, Ernest Hemingway, haciéndola de agente secreto aficionado en su barco de pesca, vigilaba el tránsito en el Atlántico y supuestamente detectó actividades sospechosas en el buque en que Romero debía viajar nueve meses después—el “Marqués de Comillas”. En un informe entregado al FBI y trasladado a las autoridades cubanas, Hemingway aseveraba haber visto al “Marqués de Comillas” en un intercambio con un submarino alemán, ya sea abasteciéndolo de combustible o trasladando espías alemanes. Un espía nazi había sido arrestado y ejecutado en Cuba ese año (1942)”.
El temor por las incursiones de los U-Boots era grande. Entre mediados de 1942 y principios de 1944 siete barcos cubanos habían sido hundidos por submarinos alemanes. No sorprende que la acusación de Hemingway contra el “Marqués de Comillas” fuera tomada muy en serio e investigada a fondo. Nueve meses antes del viaje de Romero y Valladares, los cuarenta miembros de la tripulación del barco y todos los pasajeros fueron retenidos e interrogados en el puerto de La Habana, sobre el supuesto incidente.
Super Martyrio explica que la investigación no llegó a nada y las autoridades cubanas no parecen haber dado mucha importancia al informe de Hemigway. “Sin embargo, este insiste en la veracidad de su reporte y sigue vigilando el “Comillas” durante 1943. De hecho, en los días que Romero estaba llegando a Trinidad y Jamaica a bordo del “Comillas”, Hemingway salía en su último patrullaje de la costa cubana”.
No se sabe cuánto pesaron efectivamente estas acusaciones del Premio Nobel, pero lo cierto es que, cuando llegaron a la isla, Romero y Valladares quedaron detenidos. “La teoría más aceptada es que Romero y Valladares fueron arrestados por que habían originado su viaje en Italia, un país del Eje (Delgado, Paz, Struckmeyer)”. “Pero, ¿podría ser esta la razón de que sospecharan de ellos?”, se pregunta Carlos Colorado, mostrando cierta perplejidad. “Una nueva biografía de Romero hace ver que el 9 de septiembre Italia firmó un armisticio, pasándose al lado de los Aliados. [Mata, Monseñor Óscar Romero: Pasión por la Iglesia, 2015, pág. 33.] Cuando el “Marqués de Comillas” arribó a La Habana el 21 de septiembre, esto ya hubiera sido conocido por las autoridades cubanas. De hecho, Cuba liberó a varios italianos prominentes que había tenido bajo detención, incluyendo miembros de la familia real italiana, en octubre de ese año”. ¿Entonces a qué se debe que tomaran esas medidas contra Romero y Valladares? La única explicación sería que Cuba hubiera prolongado un tiempo más su política interna en relación con los súbditos de países del Eje y siguiera habiendo sospechas sobre los italianos, porque se sabía que algunos no abandonaron su militancia facista aún después del convenio.
Romero y Valladares fueron interrogados por el Servicio de Investigaciones de Actividades Enemigas (SIAE) de la División Central de la Policía, y no importaron sus sotanas y vestimentas sacerdotales para salvarlos. De hecho, en el viaje anterior del crucero, en junio de 1943, las autoridades cubanas habían arrestado a tres sacerdotes dominicos españoles porque supuestamente les habían encontrado propaganda hitleriana entre sus pertenencias. No era el caso de Romero y Valladares, que admiraban a Pio XI precisamente porque había hecho frente a los facistas italianos, afirmando que en su pontificado “nadie se va a reir de la Iglesia”. El hecho es que –reconstruye Super Martyrio- los dos sacerdotes fueron llevados a un centro rodeado por alambre de púas donde alojaban a los refugiados que llegaban a la isla sin documentación. Un informe del Comité de Socorro Adjunto (Joint Relief Committee) de la época registra las condiciones del campo en mayo de 1942, indicando la presencia de aproximadamente 450 detenidos. Romero y Valladares pasaron allí varias semanas haciendo “trabajos forzados”, afirma una biógrafa de Romero, María López Vigil, “lavando inodoros, lampaceando y barriendo”.
La salvación de Romero y Valladares –relata Super Martyrio- llegó a través de unos misioneros redentoristas que trabajaban en el campo de concentración donde estaban cautivos; ellos certificaron que Romero y Valladares eran sacerdotes. Los redentoristas tramitaron la salida de Romero y Valladares del campo y los llevaron a un hospital en La Habana, donde recibieron atención médica. De todos modos, Super Martyrio señala que resulta raro pensar que haya sido necesaria la intervención de los redentoristas para demostrar que Romero y Valladares eran sacerdotes. La foto de Romero a bordo del barco que publicamos con este artículo muestra a Romero con sotana, cosa que no sorprende, considerando que tenía fama de ser muy estricto en su manera de vestir, siempre con hábito clerical.
Cuando recuperaron la libertad, Romero y Valladares reanudaron su viaje y llegaron a Yucatán, en las costas de México. Desde allí se dirigieron por tierra a El Salvador, donde llegaron el jueves 23 de diciembre con gran alivio de sus familias que ya los daban por muertos. Romero entró triunfalmente a su pueblo natal, Ciudad Barrios, el 4 de enero de 1944, casi 13 meses después de partir de Roma. Su hermano Gaspar recuerda que el júbilo fue inmenso: “¡Ah! Todo el pueblo dejó de trabajar para recibirlo”.