El procedimiento se realizó durante la mañana de ayer, miércoles 14 de octubre, según las reglas previstas en estos casos y en presencia del obispo de Chimbote, la diócesis andina a la que pertenecían canónicamente los tres mártires. Monseñor Ángel Francisco Simón Piorno verificó la identidad de los cuerpos de los dos franciscanos y asistió a la extracción de las reliquias necesarias para la ceremonia de beatificación fijada para el 5 de diciembre. No se pudo hacer lo mismo con el tercer sacerdote que será beatificado el mismo día junto a los dos polacos Michael Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski, el italiano Alessandro Dordi. En efecto, el cuerpo reposa en el cementerio de Gromo San Marino, provincia italiana de Bérgamo, y de nada valieron los reiterados esfuerzos del obispo emérito de Chimbote Luis Bambarén Gastelumendi para obtener una reliquia de los restos. En un último intento para convencer a los dos hermanos de que permitieran la exhumación y extracción de reliquias para la ceremonia, mons. Bambarén viajó a Bérgamo en el mes de septiembre. Una vez más el resultado fue negativo. “Una misión imposible”, reconoció el obispo actual, mons. Simón Piorno. “La legislación italiana exige la unanimidad de los familiares para autorizar el procedimiento de expatriación”, pero la unanimidad no se pudo lograr porque los dos hermanos menores siguieron oponiéndose, argumentando que el gobierno peruano no ha hecho justicia a su hermano mayor.
Las tres muertes ocurrieron con 16 días de distancia una de otra. Primero, el 9 de agosto de 1991, fueron asesinados los dos polacos y posteriormente, el 25 del mismo mes, el padre Dordi. Pero los tres quedarán unidos en la misma ceremonia el 5 de diciembre próximo, 25 años después de cometido el delito. Durante ese tiempo la Iglesia de Perú fue dando los pasos necesarios para que se reconocieran las virtudes heroicas y el carácter martirial de la muerte de los tres misioneros. Esas muertes no fueron decretadas en el ámbito militar o paramilitar de una dictadura de derecha, sino en el seno de un movimiento guerrillero de inspiración maoista. A los fines del proceso de beatificación, resultó de gran importancia la confirmación que hizo desde la celda de una cárcel peruana Abimael Guzmán, el hombre que decidió el asesinato. “Los matamos por motivos religiosos, porque la religión es el opio de los pueblos”, confesó el líder senderista –de ideología marxista leninista pro china- al mismo monseñor Bambarén. Para los guerrilleros, comentó el obispo al referir las palabras de Guzmán, la obra de la Iglesia era un obstáculo para el trabajo de adoctrinamiento y reclutamiento para la lucha armada que llevaba adelante el grupo. Durante su encuentro, de carácter privado, parece que el ex guerrillero también pidió perdón por el homicidio.
La primera referencia a los muertos de Perú la hizo Juan Pablo II en Czestochowa, durante la Jornada Mundial de la Juventud de 1991. En esa oportunidad el Papa polaco habló de sus dos compatriotas: “Hay nuevos mártires en Perú”, dijo durante un encuentro el 13 de agosto de 1991, cuando recién estaban llegando los primeros ecos de las muertes. Los esfuerzos del entonces obispo de Chimbote, Luis Bambarén, y de la Conferencia Episcopal Peruana condujeron a la apertura de la fase diocesana de la causa de beatificación, en agosto de 1996. El proceso local concluyó seis años después, en el mismo mes de agosto de 2002. A la documentación se sumó un último complemento solicitado por los teólogos participantes: la adquisición y estudio del material elaborado por la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, referido a las víctimas de la guerra en Perú (se calcula que fueron 70.000), pero también sobre los “movimientos antagónicos” que habían luchado contra el gobierno. El Informe final de la Comisión, publicado el 23 de agosto de 2003 e integrado a la documentación del proceso, reconstruye los hechos ocurridos en aquel período, incluyendo las relaciones entre Sendero Luminoso y la Iglesia católica, que se encuentran en la tercera parte. En noviembre de 2011 se envió toda la documentación a la Congregación romana encargada de las causas de los santos. Los tres sacerdotes fueron reconocidos “mártires” el 3 de febrero de 2015; ese mismo día el Papa Francisco firmó el decreto que autoriza su beatificación, junto con el del hoy beato Romero.
Todavía no se ha confirmado quién presidirá la ceremonia en diciembre, pero es muy probable que el mismo Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, Angelo Amato, sea quien viaje hasta las frías alturas de los Andes peruanos, tal como lo hizo al caluroso El Salvador para la beatificación de monseñor Romero.