El 13 de octubre de 2010 izaron y quedó a salvo Luis Urzúa, jefe de turno y último de los 33 mineros que estuvieron atrapados durante más de dos meses a 700 metros de profundidad en la mina de San José, al norte de Chile, debido al derrumbe de la única vía de acceso. La historia de los mineros de Copiapó, en la región desértica de Atacama, produjo gran impacto en todo el mundo y las operaciones de rescate fueron seguidas paso a paso por los medios internacionales.
Cinco años después se presenta en las salas cinematográficas chilenas Los 33, producida por 20th Century Fox en América Latina y por Warner Bros en EEUU. La película “es una lección de humanidad y muestra que cuando la gente se une con un objetivo común, se logran muchas cosas”, declaró la directora del drama, Patricia Riggen, al semanario mexicano Proceso durante una conversación telefónica desde Atlanta, Estados Unidos, donde está rodando otro filme, Miracles from heaven que estrenará la primavera del año que viene.
Entre los actores que interpretaron los sufrimientos físicos y mentales de los 33 mineros se destacan algunos de trayectoria internacional, como Antonio Banderas y Juliette Binoche, en colaboración con otros actores sudamericanos (Gustavo Angarita y Adriana Barraza), estadounidenses (James Brolin) y europeos (el actor y productor irlandés Gabriel Byrne).
Requirió tres años de trabajo llevar a la pantalla grande un proyecto tan ambicioso como fascinante. La directora no oculta que desde el principio el guión, realizado por profesionales del calibre de Mikko Alanne, Craig Borten y Michael Thomas, presentaba gran cantidad de problemas. Necesitó varias semanas de intenso trabajo para llegar a la entrevista con el productor estadounidense Mike Medavoy. Patricia Riggen cuenta que describió cómo quería hacer la película que había imaginado. Le explicó que debía mostrar primero a los mineros en la vida cotidiana a 700 metros de profundidad; después a las familias, especialmente sus esposas, con sus miedos y esperanzas; por último el trabajo de los rescatistas y el rol del gobierno. Una historia apasionante y convincente, y al cabo de dos horas Medavoy le garantizó el financiamiento necesario para realizar la película.
El rodaje comenzó en diciembre de 2013 en las minas de sal colombianas de Nemocón y Zipaquirá y continuó los primeros meses del año siguiente en el desierto de Atacama, en Chile. “Uno de los retos más grandes era cómo narrar una película con tantos personajes. Tenía treinta y tres varones abajo, en la mina, y afuera a las familias, los rescatistas y el gobierno. Entonces, empecé por delimitar el número de mineros abajo y darle nombre sólo a diez, porque el desafío era hacerlo lo más respetuoso y fidedigno posible con la historia original. Diez hombres “construidos” en base a los relatos y las experiencias de los treintaitrés”, describe la directora mexicana, quien explicó que había conocido y entrevistado personalmente a los protagonistas de los hechos para poder entablar una relación muy cercana que le permitiera captar todos los detalles de una experiencia de cautiverio que resulta incomprensible si no se ha vivido en forma directa.
Gracias a la producción del filme los mineros gozan hoy de una pensión del Estado que de otra forma probablemente nunca hubieran recibido. Cuando quebró la compañía San Esteban, propietaria de la mina, los mineros que se salvaron de la tragedia no recibieron ninguna compensación. Tampoco el gobierno del ex presidente Sebastián Piñera les otorgó una pensión. Durante el rodaje algunas personas de la producción encabezadas por Antonio Banderas tuvieron la oportunidad de conversar con Michelle Bachelet, candidata a la presidencia de Chile en las elecciones de 2013. Cuando volvió a la Casa de la Moneda para su segundo mandato en marzo de 2014 ella les entregó una pensión vitalicia a los mineros.
No faltaron las polémicas sobre los montos pagados por los derechos. Juan Carlos Aguilar, uno de los sobrevivientes, concedió diversas entrevistas en Chile y a la prensa internacional afirmando que la productora del largometraje les hizo firmar un contrato muy poco ventajoso para los mineros por la cesión de los derechos a perpetuidad, sin darles la oportunidad de consultar otros abogados. Sin embargo Patricia Riggen insiste en que el contrato respetó las garantías que normalmente se conceden y que incluso en este caso en particular se les dio más dinero del que suele otorgarse a personas individuales. “Es inevitable –agregó Riggen- que puedan surgir desacuerdos porque algunos son más famosos que otros, algunos han sabido capitalizar más su fama que otros”.
La película se estrenará en Estados Unidos el 14 de noviembre próximo. No tiene superhéroes ni es una comedia, sino que muestra hombres separados de sus seres queridos, que sufren la fragilidad ante el dolor y el miedo a la muerte. Un sujeto complejo que ha costado mucho dinero. La madurez del público americano y las recaudaciones decidirán si la apuesta valió la pena.