No hay tregua para Haití, el país más pobre del continente que el Papa Francisco lleva en su mente y en su corazón: ha vuelto el fantasma del cólera. En estos primeros meses de 2015 ya se detectaron 11.721 personas infectadas (los muertos serían 116), un incremento del 300 por ciento respecto del mismo período del año anterior y comparable con las cifras de 2012.
Las autoridades sanitarias de la isla se están preparando para hacer frente a la emergencia y existe el temor de que pueda agravarse por el comienzo de la estación de lluvias. El coordinador nacional de la lucha contra esta enfermedad, Donald François, declaró a los medios locales que solo en las últimas semanas hubo 16 muertos y 2000 hospitalizados. La alerta roja fue decretada en la capital Port-au-prince y otras ciudades cercanas.
Los expertos estiman que este año habrá unas 28 mil personas contagiadas (en base al gráfico con las cifras de los dos primeros meses del año). Un número que afortunadamente todavía está lejos de los 350 mil personas contagiadas en 2011, pero que podría crecer de manera exponencial.
Desde 2010 – el año del terribile terremoto – han muerto casi 9000 personas (sobre un total de aproximadamente 730 mila afectados). La hipótesis más fundamentada es que la epidemia –en Haití no se registraban casos de cólera desde hace más de un siglo- fue provocada por el comportamiento irresponsable de un contingente nepalés de cascos azules de la ONU que arrojaba desperdicios en un río que la población usa para lavarse y beber. Una asociación de las víctimas presentó una demanda contra la ONU solicitando el resarcimiento por daños, aunque no obtuvo ningún resultado.