También la Iglesia argentina reclama justicia por la muerte del fiscal Alberto Nisman. Al día siguiente de que se encontrara el cuerpo, la Comisión Ejecutiva del episcopado pidió al gobierno que pusiera “todo el esfuerzo, honestidad y capacidad investigativa para alcanzar la verdad”. Ya han pasado 30 días y la verdad parece cada vez más confusa y lejana. Ahora, con una decisión que agitó las aguas en el gobierno y en la sociedad, la Comisión de Justicia y Paz, órgano de la Conferencia Episcopal, anunció que adhiere a la “marcha del silencio”, convocada para el miércoles 18 de febrero por el Ministerio Público y los magistrados judiciales, en homenaje al fiscal muerto en circunstancias y por motivos que todavía se deben aclarar. La Comisión –integrada principalmente por laicos y presidida por el ex director nacional de Caritas, Lic. Gabriel Castelli- decidió adherir a la iniciativa considerando que “se trata de un acto no partidario, de hondo sentido y valor republicano”. Invitó además a participar a todos los creyentes y “ a sumar su oración al Señor de la Historia pidiendo para nuestra Patria paz, justicia y verdad”.
No es la primera vez que este organismo –cuya función es “contribuir a la construcción del bien social y favorecer la concordia”- interviene en acontecimientos graves de la actualidad nacional. En 2001 cumplió un rol clave como mediador entre los diversos actores sociales que se reunieron en la “Mesa de diálogo”, iniciativa propuesta por la Iglesia argentina con el objetivo de buscar una solución compartida para salir de la dramática crisis que vivía el país en aquel momento.
La decisión de la Comisión de Justicia y Paz es la segunda señal fuerte de la Iglesia argentina sobre el “caso Nisman”. Pocos días después de la muerte del magistrado, los obispos habían difundido un comunicado donde expresaban su “conmoción y perplejidad” y pedían “superar las sombras de impunidad que dañan la salud de la democracia”.
Del Papa no ha llegado ningún mensaje ni tampoco expresiones de “comprensión” –como en el pasado- para la presidente, que dentro de tres días será formalmente indagada para esclarecer el tema de los supuestos mandantes que la investigación de Nisman relacionaba con diplomáticos del gobierno iraní.
En la marcha del miércoles, aclararon fuentes eclesiásticas a la agencia DyN, “no habrá una participación de los obispos de manera formal u oficial”. Hasta el momento han sido pocos los prelados, como el arzobispo de Córdoba (segunda ciudad argentina después de Buenos Aires), monseñor Carlos Ñañez, que se han pronunciado en primera persona para pedir que se esclarezca la verdad y los responsables.
El fiscal Nisman se encontró muerto en circunstancias misteriosas el 18 de enero, pocas horas antes de su anunciada y esperada presentación ante el Congreso argentino para explicar los detalles de su denuncia contra la presidente Cristina Fernández de Kirchner y otros altos funcionarios del gobierno, acusados de desviar la causa por el atentado que en 1994 destruyó el centro judío de la AMIA, provocando la muerte de 85 personas.
Bergoglio, que en aquel momento era cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal argentina, hizo una histórica visita a la sede de la Mutual judía atacada, cuyo edificio estaba recién reconstruido, y dijo que lo ocurrido constituía “un eslabón más en la cadena de dolor y persecución que el pueblo elegido de Dios ha sufrido en la historia”. En esa oportunidad afirmó que la AMIA era “un ejemplo de lucha por el bien común”. Durante el histórico encuentro dejó un mensaje en el libro de visitas que luego fue publicado por la Agencia Judía de Noticias. El cardenal escribió: “Cuenta las arenas del mar: así será tu descendencia; doy gracias al Señor porque en este día le permite compartir un trecho del camino con nuestros hermanos mayores a este granito de arena que soy yo”.