La creciente inseguridad en el país sudamericano, que denunciaron en reiteradas oportunidades los obispos argentinos, ha cobrado una nueva víctima, el arzobispo de Buenos Aires Mario Aurelio Poli. En sus manos dejó Bergoglio la conducción de la Iglesia argentina poco después de ser elegido Papa, nombrándolo cardenal en el primer concistorio de su mandato pontificio en junio de 2013.
El purpurado argentino había terminado de celebrar la misa en la parroquia Nuesta Señora de Guadalupe, en el elegante barrio de Palermo, cuando entró en la sacristía para quitarse los ornamentos litúrgicos. Él mismo relató después que se había quedado conversando con el párroco y algunos fieles. En el momento de irse, buscó en vano su portafolio.
El arzobispo datalló el contenido a los agentes de policía que intervinieron: algunas prendas sacerdotales, el palio y un prendedor de oro que le había regalado el mismo Papa.
La comisaría de la zona está examinando las imágenes de las cámaras de seguridad instaladas en la plaza donde se encuentra la iglesia y en las calles adyacentes, para identificar a los autores del robo.