Como ocurre periódicamente desde 1997, el obispo chileno Francisco José Cox Huneeus, sacerdote del Instituto de los Padres de Schönstatt, ha vuelto a ser noticia en estos días. En Chile se presentaron nuevas acusaciones de dos presuntas víctimas (Abel Soto y Hernán Godoy) y el año pasado se había hecho una presentación similar en Alemania, donde el prelado vive desde hace años. En 2004, cuando ya se encontraba aislado, obligado a penitencia y oración, y sometido a tratamiento psiquiátrico, habría cometido un ulterior abuso sexual. La acusación fue presentada en Alemania y se remitió a la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde se inició un proceso canónico en su contra que todavía no ha concluido. Es la primera vez que Francisco José Cox es sometido a proceso, aunque desde hace muchísimos años en Chile se lo acusa y señala como homosexual incontenible y pedófilo serial. Como decimos, Mons. Cox nunca fue procesado porque su Instituto, el Episcopado chileno y sus amigos en el Vaticano siempre evitaron que afrontara las consecuencias de las graves acusaciones en su contra. Para eludir juicios y condenas, Cox fue obligado a radicarse en Alemania, en la localidad de Vallendar, donde vive desde hace 16 años. Eso ocurrió en el año 2002. Hacía poco tiempo que Mons. Cox había regresado a Chile. Previamente se encontraba en Roma trabajando, por encargo de la Secretaría de Estado (que en ese momento ocupaba el cardenal Angelo Sodano, Nuncio en Chile entre 1978 y 1989) en la coordinación entre el Vaticano y la RAI para la preparación de las transmisiones del Año Jubilar.
Se podría decir que en cierta forma Cox es el ejemplo más obvio y descarado de un cierto tipo comportamiento de buena parte de la jerarquía católica chilena que, durante muchos años, ha demostrado ser muy eficaz para aplicar políticas de encubrimiento y obstrucción en los casos de abusos sexuales cometidos por miembros del clero, con mayor razón si se trata de un obispo. Más aún, probablemente el complejo e intrincado caso de Cox marca el comienzo de la crisis que dicha Iglesia está viviendo públicamente desde la Visita del Papa Francisco (15 al 18 de enero de 2018). Por eso muchos observadores no consideran sorprendente o inesperado el “retorno de Mons. Cox”, de 85 años de edad, muy enfermo e incapaz de entendimiento y voluntad debido a una severísima demencia senil, quien se encuentra recluido en la Clínica de la curia del Instituto de los Padres de Schönstatt en Vallendar (Alemania).
El 16 de abril de 1997 el Papa Juan Pablo II aceptó la renuncia de Cox, obispo de La Serena (al norte de Santiago de Chile). En aquel momento se dijo que era por razones de salud mental. Pero contemporáneamente en la prensa, en los pasillos del Episcopado, en las dependencias del gobierno, en las redacciones de los diarios y en la curia chilena de los Padres de Schönstatt, circulaban numerosas historias de abusos sexuales y conductas sexuales inmorales protagonizadas por el obispo Cox, sacerdote respetado y reverenciado en el pasado, y perteneciente a una familia socialmente conocida, de buena posición económica y prestigiosa en el país. Cuando monseñor Cox fue discretamente sacado de circulación, otro sacerdote del mismo Instituto, el actual cardenal Francisco Javier Errázuriz, quien había sido superior de los Padres de Schönstatt en 1974, dijo que el obispo tenía “una forma de afectividad excesivamente expresiva”.
Mons. Francisco José Cox, y su trágico caso y trayectoria, es un punto esencial para comprender y seguir la “lógica” de la crisis de la Iglesia chilena sobre la que se habla desde hace meses. El encubrimiento de la conducta de Cox es un proceso que se verifica paralelamente al encubrimiento de los delitos de Karadima. Como Secretario de la Comisión episcopal organizadora de la Visita de Juan Pablo II, Cox se convierte en un brazo ejecutivo del Nuncio, que en ese momento era Angelo Sodano. Este a su vez, al ser responsable de la preparación de la peregrinación papal, asume de hecho el mando y conducción del Episcopado. La influencia del Nuncio Sodano es la que lleva al nombramiento de Cox, primero como Secretario del Pontificio Consejo para la Familia (5 de agosto de 1981) y luego como arzobispo coadjutor de La Serena (3 de marzo de 1985). El mismo mecanismo convoca luego al obispo Cox a trabajar en la coordinación entre el Vaticano y la RAI para los eventos del Jubileo, con oficinas en las instalaciones de Borgo Sant’Angelo 23. Durante ese breve período, Cox condujo también en Radio Vaticana un espacio semanal dedicado a reflexiones marianas. Ya entonces existían numerosas y graves acusaciones contra él y en la prensa chilena se habían publicado varias denuncias y testimonios.
Notas biográficas de Mons. Cox.
- En 1954 entra al noviciado del Instituto de los Padres de Schönstatt. Estudia también Economía durante dos años en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Después realiza estudios de Filosofía, Teología y Derecho Canónico en la Universidad de Friburgo y en la Pontificia Universidad Lateranense
- El 16 de julio de 1961 es ordenado presbítero en Friburgo. Lo nombran consejero nacional de su Instituto en Chile y posteriormente trabaja en la Congregación para los religiosos e institutos seculares en Roma.
- El 18 de diciembre de 1974 Pablo VI lo nombra obispo de Chillán. El 5 de agosto de 1981 Juan Pablo II lo nombra secretario del Pontificio Consejo para la Familia. Renuncia a su diócesis el 9 de noviembre de ese mismo año. El 3 de marzo de 1985 el mismo Pontífice lo nombra arzobispo coadjutor de La Serena. Entre 1986 y 1987 es Secretario ejecutivo de la Comisión nacional para la Visita papal de 1987.
- El 16 de abril de 1997 Juan Pablo II acepta su renuncia al gobierno pastoral de la arquidiócesis de La Serena. En ese momento se aduce que el motivo es la salud mental del prelado. Durante algunos años no hay noticias sobre su persona. Más adelante se lo encuentra en el Departamento para los laicos del Celam (Bogotá, Colombia) y posteriormente en Roma, en la estructura de la RAI Vaticano para la preparación de las transmisiones jubilares. Después Cox vuelve a Chile.
- En octubre de 2002, tras las acusaciones publicadas por la prensa de haber abusado sexualmente de niños y jóvenes durante más de diez años, abandona definitivamente todas las actividades pastorales. El 31 de octubre de 2002, en efecto, el cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, como una forma de protección de la Iglesia católica, anuncia la salida de Cox Huneeus por “conducta impropia” y su aislamiento en un monasterio de Alemania. Esto provoca la protesta de las víctimas, que interpretan la medida como una manera de evitar que responda ante la Justicia.
- El 5 de noviembre de ese mismo año, el comité permanente de la Conferencia Episcopal de Chile pide perdón a todas las personas que han resultado heridas. Monseñor Cox también presenta su disculpa “por ese lado oscuro que hay en mí y que se opone al Evangelio”.