Desde hace un año la capital cubana vive un boom inmobiliario sin precedentes. En La Habana la venta de propiedades ha llegado al centro histórico y los precios están por las nubes. “Una casa de dos plantas y seis habitaciones en Santa Fe, una zona costera al oeste de La Habana, se vende por $ 1,5 millones” refiere el diario estadounidense en lengua española El Nuevo Herald. “Otra casa “de lujo capitalista de los años 50 en la mejor zona de Miramar”, otro barrio exclusivo de la capital, se oferta por $600,000 dólares”. Algunos avisos publicitarios que aparecen en Porlalivre, un portal cubano que se presenta como “líder en aunucios clasificados para Cuba” utilizan el adjetivo “capitalista” para indicar que la construcción de la propiedad en venta es anterior a 1959, el año de la revolución, lo que agrega valor a la propiedad porque se considera que la construcción es de mejor calidad.
La compraventa de casas en Cuba es un negocio millonario que mueve un valor monetario cercano a la mitad del Producto Bruto Interno de la isla, señala un estudio publicado en la revista CubaGeográfica, editada en Miami. Según cálculos conservadores del autor del estudio, el sociólogo y urbanista Carlos García Pleyán, el volumen de la venta de casas se estima en 37 mil millones de pesos anuales, [unos $1,5 mil millones] cerca de la mitad del PBI que reportó el gobierno entre 2011 y 2014.
Hay que recordar que la compraventa de casas fue autorizada en el 2011 y a partir de entonces comenzó un boom en el mercado inmobiliario que actualmente ha alcanzado uno de sus picos más altos. Y si bien los extranjeros no pueden adquirir propiedades en forma directa, es sabido que muchos compradores recurren a testaferros que residen en La Habana para realizar la compra. Según el autor de la investigación, quien vive en la ciudad, en 2012 se reportaron 45,000 casas vendidas y 88,000 en el 2013.
Muchos cubanoamericanos han invertido en casas en la isla, ya sea como vivienda o para abrir un negocio administrado por los familiares o parientes que permanecieron en el país, quienes obtienen así ingresos superiores al promedio de sus compatriotas. Las ciudades de La Habana, Matanzas y Santiago de Cuba tienen los precios de viviendas más elevados. Los lugares más caros se encuentran el balneario de Varadero, en la provincia de Matanzas, y los municipios capitalinos de Playa, donde están ubicados los exclusivos barrios de Miramar y Siboney, así como Plaza de la revolución, donde se encuentra el popular Vedado y Kohly, una zona residencial en la que viven muchos militares cubanos.
El Nuevo Herald se ha tomado el trabajo de analizar el portal especializado en la compraventa de casas en Cuba, porlalivre.com, descubriendo que contiene más de 1.000 avisos inmobiliarios con valores superiores a los $100,000 dólares. Cuarenta y tres se refieren a propiedades que superan el medio millón de dólares, la mayoría en La Habana. El portal ofrece también instrucciones sobre la forma de pago, subdividiéndolo en cuotas que se deben depositar en Canadá y Cuba, parte en dólares y parte en CUC, el peso cubano convertible cuyo valor equivale a poco menos de un dólar estadounidense. Son monedas que el cubano promedio no maneja pero que los “repatriados” pueden tener, entendiendo por “repatriados” los emigrantes cubanos que han regresado a vivir a Cuba. Muchos no residen realmente en la isla pero han adquirido la residencia permanente para recuperar derechos como la posesión de viviendas. El gobierno cubano considera “emigrados” a los cubanos que residen por más de dos años en el extranjero, quienes pierden su residencia permanente en el país y varios derechos sobre la propiedad, civiles y políticos. Este proceso puede revertirse a través de un trámite conocido como “repatriación”.
Los cubanos que retornan, aquellos que reciben remesas de familiares en el extranjero, cubanos con prósperos negocios así como artistas y deportistas, han conformado una nueva clase que está modificando el rostro urbano y el consumo en ciertas áreas de la capital cubana. “El proceso se hace más evidente en zonas como La Habana Vieja, en las que este tipo de compradores se ha hecho incluso de edificios enteros, con el objetivo de convertirlos en Airbnbs y hostales para turistas, pese a que hay leyes que lo prohíben”.