Los santuarios marianos de América Latina son algo serio y deben ser atendidos con seriedad. Así lo dijo el Papa en 2007, cuando todavía no lo era, en el santuario de Aparecida, Brasil: “La piedad popular es una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia y una forma de ser misioneros; en ella se sienten las vibraciones más profundas de la profunda América”. Lo repitió siendo ya Papa en su primer texto magisterial, iniciado por Benedicto XVI y que él terminó a solo siete meses de comenzar su pontificado, el 24 de noviembre de 2013: Lo que se expresa en los santuarios es una verdadera «espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos. No está vacía de contenidos, sino que los descubre y expresa más por la vía simbólica que por el uso de la razón instrumental, y en el acto de fe se acentúa más el credere in Deum que el credere Deum». Lo confirmarán los obispos de América Latina en el congreso que se inaugura en la capital de Costa Rica, San José, en el istmo de América Central donde el próximo mes de enero, en Panamá, recibirá también a la Jornada Mundial de la Juventud. Devoción mariana y juventud, un binomio que la Iglesia latinoamericana quiere unir cada vez más estrechamente.
El objetivo de los cinco días de trabajo (1 al 5 de octubre) será “alentar y fortalecer la piedad popular, en cuanto lugar teológico, y su expresión en Santuarios, centros de espiritualidad y misericordia, para dinamizar su fuerza evangelizadora en la vida de la Iglesia”.
Es la séptima vez que el CELAM, a través de su Departamento de Misión y Espiritualidad, y la Organización de Santuarios de América Latina y el Caribe, convoca a un encuentro de este tipo. Porque no existe ningún rincón de América Latina, no existe ningún país o región entre la frontera mexicana con Estados Unidos y la isla de Tierra del Fuego que no registre la devoción a alguna particular advocación de la Virgen. Empezando por la Virgen de Guadalupe, la Morenita, la Virgen por excelencia, patrona de México y de todo el continente latinoamericano, el prototipo de todas las Vírgenes invocadas por la Iglesia y veneradas por el pueblo católico de estas latitudes, que las recientes estadísticas calculan en más de 400 millones, la mitad del catolicismo de todo el mundo.
La carta de convocatoria para el Congreso especifica que durante los trabajos se utilizará “una metodología didáctica donde se combinan las ponencias de los especialistas y talleres con temas específicos”. Estos son algunos títulos tomados de la agenda de trabajo, organizados en tres secciones que proceden paralelamente durante el día: “El camino de los Congresos de los Santuarios”, “De la religiosidad popular a la piedad popular”, “Los santuarios centros de espiritualidad y de misericordia”, “La piedad popular como lugar teológico y su fundamento antropológico”, “La religión en la cultura postmoderna”, “La piedad popular en el contexto de los documentos de la Iglesia”, a los que se suman diversos talleres dedicados a la expresión cultural y artística que nace en estos lugares de culto popular. Todo ello fundado en “las enseñanzas del Santo Padre Francisco sobre la liturgia y la piedad popular” contenidas en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, de la que se retoman los puntos principales en el documento de trabajo. Como en el título dedicado a “La fuerza evangelizadora de la piedad popular”, donde se afirma que para comprender la realidad humana que colma los santuarios es necesario partir de “la connaturalidad afectiva que da el amor”, única manera de “apreciar la vida teologal presente en la piedad de los pueblos cristianos, especialmente en sus pobres”.
Con su capital de experiencia en las villas miseria de Buenos Aires, el Papa Francisco recuerda “la fe firme de esas madres al pie del lecho del hijo enfermo que se aferran a un rosario aunque no sepan hilvanar las proposiciones del Credo, o en tanta carga de esperanza derramada en una vela que se enciende en un humilde hogar para pedir ayuda a María, o en esas miradas de amor entrañable al Cristo crucificado”. Para concluir que “quien ama al santo Pueblo fiel de Dios no puede ver estas acciones sólo como una búsqueda natural de la divinidad. Son la manifestación de una vida teologal animada por la acción del Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones”.
Otro punto citado en el documento de trabajo del VII Congreso de Santuarios de América Latina subraya que “en la piedad popular, por ser fruto del Evangelio inculturado, subyace una fuerza activamente evangelizadora que no podemos menospreciar: sería desconocer la obra del Espíritu Santo”. Y a continuación describe el trabajo que tienen por delante los responsables de los santuarios y del pueblo que allí se congrega: “Estamos llamados a alentarla y fortalecerla para profundizar el proceso de inculturación que es una realidad nunca acabada. Las expresiones de la piedad popular tienen mucho que enseñarnos y, para quien sabe leerlas, son un lugar teológico al que debemos prestar atención, particularmente a la hora de pensar la nueva evangelización.