¿Por qué Donald Trump está haciendo lo que vemos y escuchamos desde hace días contra los migrantes, particularmente los hispanos, con miles de niños separados de sus padres que pagan las peores consecuencias?
Sencillamente porque está pensando – y sobre todo se está preparando – para la campaña electoral de mid term que culmina el próximo mes de noviembre. Se trata de un momento crítico que podría convertirse en una abrumadora derrota para Trump y sus pretensiones.
El Presidente y sus estrategas pensaron que podrían llegar a estas circunstancias con varios kilómetros de muro construido en el límite con México, uno de los caballos de batalla que lo llevó a la Casa Blanca. Trump prometió que los 5710 km de frontera estarían bajo control con un gigantesco muro cuyo costo pagarían los mexicanos.
La realidad será muy distinta. No habrá ni 10 metros de muro construido y sobre todo México no habrá financiado ni un dólar de la grandiosa obra. Las promesas que hizo el millonario que se convirtió en presidente no se cumplieron. Como era previsible, demostró ser solo propaganda delirante.
En consecuencia, para tratar de mejorar su performance electoral de noviembre, Trump ha levantado el más bárbaro e infame de los muros, el que se construye con las lágrimas de los niños y la desesperación de los padres.