Faltan cuatro meses para las elecciones presidenciales en Brasil, pero el panorama político no muestra tendencias claras ni presenta todavía candidatos definidos. Con excepción del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en la cárcel por corrupción y prácticamente inhabilitado, que lidera todas las encuestas. Preso desde el pasado mes de abril, condenado a doce años y con otros seis juicios penales pendientes en los Tribunales, Lula se impone como favorito en las elecciones más inciertas desde que Brasil recuperó la democracia en 1985. A pesar de su complicada situación legal, el Partido de los Trabajadores (PT) lo mantiene como “único candidato”, convencido de su “inocencia” y apoyado por las encuestas, que le atribuyen el 30% de los votos en un escenario totalmente atomizado como consecuencia, en parte, de los escándalos de corrupción que arrasaron todo el arco político.
En segundo lugar, o primero si Lula no pudiera ser candidato debido a las leyes que impiden la postulación de una persona condenada en segunda instancia, como es su caso, se encuentra el ex militar Jair Bolsonaro, quien encarna una extrema derecha que nunca antes había aparecido con tanta fuerza en el escenario político de Brasil. Desde hace meses los sondeos dan a Bolsonaro un invariable 20% de apoyo, un nivel que podría constituir el techo de sus consensos pero que es suficiente para posicionarlo inmediatamente después de Lula entre cerca de veinte potenciales candidatos, en su mayoría del centro y cuatro de la izquierda.
El ex ministro de Economía y ex gobernador Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT), tiene una intención de voto cercana al 10%. El experimentado político propone unificar propone unificar el campo progresista en torno a su candidatura, pero choca con el rechazo del PT, que propone lo mismo pero en torno a la figura de Lula.
En el área del gobierno, si bien el presidente Michel Temer ha tanteado una eventual candidatura pese a la escasa popularidad que lo ubica en el 5% de consensos, el ex ministro de Hacienda Henrique Meirelles parece la apuesta más firme. Hombre de confianza de los mercados financieros, Meirelles se mueve ya como candidato del Movimiento Democrático Brasileño (MDB) e intenta sumar apoyos en el centro, un espacio político que disputa con el socialdemócrata Geraldo Alckmin, ex gobernador de San Pablo. El no mejor definido centro actualmente es un terreno donde se mueven una decena de candidatos, en su mayoría desconocidos, pero al que intenta acercarse también la ecologista Marina Silva, quien ocupó el tercer lugar en las dos últimas elecciones y actualmente tiene una intención de voto del 10%.
Alckmin, del Partido Socialdemócrata Brasileño (PSDB), ya estuvo en el gobierno con Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), pero tiene dificultades para imponer su candidatura en sus propias filas, donde algunos sectores sugieren una alianza con Marina Silva.