Venezolano que va, venezolano que vuelve, se decía antes, para referirse a la notable movilidad y la singular apertura que ha caracterizado históricamente a los ciudadanos de esta nación latinoamericana con un alto porcentaje de hijos de inmigrantes. Pero los que vuelven a Venezuela, hoy por hoy, son muy pocos, y los que se van son muchos. Con pasaje solo de ida y con destino, más que Estados Unidos y Europa, a países que pertenecen al mismo continente que los venezolanos. Basta observar las cifras que acaba de difundir la Organización Internacional de Migraciones (OIM), que muestran que en el bienio 2015-2017 el número de inmigrantes venezolanos en América Latina ha pasado de 89.000 a 900.000, lo que significa un crecimiento del 900 por ciento en solo dos años. La misma fuente informa que en todo el mundo la emigración venezolana creció casi el 110% en el mismo período, pasando de 700.000 a 1,5 millones de exiliados.
Por esa razón, y como respuesta al pedido del Papa Francisco de acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados, ocho Conferencias Episcopales de América del Sur tomaron la decisión de trabajar conjuntamente para ofrecer respuestas concretas a los desafíos planteados por la movilización masiva de venezolanos hacia los países de América Latina. Con la colaboración de la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral, los responsables de la pastoral migratoria de las Conferencias Episcopales de Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia, Paraguay y Argentina desarrollaron un plan pastoral que se propone promover el desarrollo humano integral de los migrantes venezolanos en cada fase de su desplazamiento. Con una acción coordinada, este plan integrado contempla una amplia gama de actividades y servicios en favor de los venezolanos y las comunidades locales que los reciben, que van desde la creación de centros de servicios y refugio para migrantes vulnerables hasta el asesoramiento sobre temas como alojamiento, trabajo e inclusión social, acceso a la educación, servicios de salud e incluso asesoramiento legal.
Observando con mayor detenimiento las cifras, se puede constatar que la mayoría de los venezolanos se desplazó hacia Colombia, Brasil, Chile, Argentina, Ecuador, Perú y Uruguay. Los que entran a Colombia lo hacen por la localidad fronteriza de Cúcuta; a Brasil entran por la zona limítrofe del estado de Roraima; a Ecuador a través de la localidad fronteriza de Rumichaca; a Perú por Tumbes; y a Chile por la ciudad de Tacna.