Se reabre el proceso contra los presuntos autores intelectuales de la masacre de los seis jesuitas de la Universidad Centroamericana de San Salvador y dos colaboradoras perpetrada en noviembre de 1989. Lo habían solicitado las autoridades de la Universidad donde se consumó la matanza quienes, “ante la pasividad de los distintos órganos del Estado”, habían presentado una solicitud ante el Juzgado Tercero de Paz de San Salvador “para la reapertura del Caso Jesuitas, con el fin de reanudar el proceso judicial contra los autores intelectuales del crimen”. El juez ordenó ahora a la Fiscalía reabrir el caso a fin de proceder a la audiencia preliminar. La acusación se basa en una sentencia de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema que anuló una ley de amnistía de 1993 y ahora el Juzgado declaró la “nulidad absoluta” de una resolución del año 2000 en la que se dictaba el sobreseimiento del proceso en favor de seis militares y el ex presidente Alfredo Cristiani, quien gobernó El Salvador entre 1989 y 1994.
Los militares acusados por el crimen son los generales retirados Humberto Larios, Juan Rafael Bustillo, Francisco Elena Fuentes, Rafael Zepeda, el difunto René Emilio Ponce y el coronel Inocente Montano. Este último fue extraditado a España por Estados Unidos y actualmente enfrenta en aquel país un juicio por el mismo crimen. Todos ellos pertenecen a la generación de graduados de la Escuela Militar de 1966, generación que dirigió las Fuerzas Armadas durante gran parte de la guerra e implementó la estrategia contrainsurgente de “tierra arrasada”.
Como es sabido, la masacre se produjo al amanecer del 16 de noviembre de 1989, cuando un comando de las Fuerzas armadas salvadoreñas irrumpió en el campus de la Universidad y asesinó al rector, el español Ignacio Ellacuría, y otras seis personas. El “escuadrón de la muerte” tomó por asalto el Centro pastoral del ateneo, rastrilló todas las personas que se encontraban presentes en aquel momento y los fusiló tendidos en el piso boca abajo sin dejar ningún testigo con vida. Los otros cinco sacerdotes asesinados fueron los españoles Amando López, Juan Ramón Moreno, Segundo Montes e Ignacio Martín Baró, y el salvadoreño Joaquín López. Mataron también a la cocinera Elba Julia Ramos y su hija Celina de 16 años, ambas salvadoreñas
En la reapertura del caso quedaron excluidos los autores materiales, pues a pesar de que fueron procesados en “una farsa de juicio”, la acusación considera que se llegó a la verdad y de alguna manera se hizo justicia. En efecto, se sabe que los autores de la matanza fueron miembros de un comando perteneciente al batallón contrainsurgente Atlacatl, y también se conocen sus motivaciones: decapitar los presuntos cerebros del movimiento subversivo que se estaba preparando. Por los asesinatos de la Uca fueron procesados en 1991 un coronel, dos tenientes, un subteniente y cinco soldados; siete de ellos fueron absueltos y dos condenados y amnistiados poco tiempo después.
La solicitud de reapertura del juicio fue presentada por el rector de la UCA, el jesuita Andreu Oliva, el P. José María Tojeira, director del Instituto de Derechos Humanos de la misma universidad (Idhuca), y Arnau Baulenas, abogado del Instituto. El juicio que se acaba de reabrir es el mismo que se interrumpió en 2000, cuando se sobreseyó el caso aunque se trataba de un crimen de lesa humanidad.
“Simplemente todavía no conocemos toda la verdad”, confirmó a Tierras de América el actual rector de la UCA, Andreu Oliva. “Los hechos todavía están envueltos en una nebulosa. Quién dio la orden, por qué lo hizo, cómo se tramó el asesinato. Resulta muy evidente que la acción estuvo muy bien planificada y organizada. Tenemos elementos comprobados de que varios grupos del ejército dieron cobertura a la ejecución de la masacre formando círculos concéntricos alrededor de la Universidad para que no pudiera entrar ni salir nadie que no debía entrar ni salir”.
En varias oportunidades el Padre Andreu Oliva habló de perdón a los autores en nombre de los jesuitas y de toda la Universidad Centroamericana. “Justicia y misericordia no se contradicen. La justicia es que se conozca la verdad de los hechos y que civilmente se aplique a los responsables lo que establecen las leyes. El perdón se da explícitamente si sabes a quién estás perdonando y por qué. No hay en nosotros ningún rencor, nosotros hemos perdonado, no tenemos ningún deseo de venganza. Queremos saber quiénes son los responsables de la muerte de nuestros hermanos y por qué los mataron de la manera en que lo hicieron. En estos años se realizaron investigaciones formales e informales y hubo una abundante acumulación de elementos. Solo hace falta un juez que vaya hasta las últimas consecuencias. Y tal vez los mismos autores de la masacre encuentren el valor para contar cómo fue y pidan perdón a la Iglesia, a la sociedad y al mundo.
Parece que ahora, por fin, algo se está moviendo.