Se creía que había desaparecido como otros miles de argentinos en los años oscuros de la dictadura militar. Pero vivía y trabajaba con grandes satisfacciones profesionales en Estados Unidos. El extraño caso revelado por el diario argentino Clarín cuyo protagonista es Antonio Manuel Gentile, físico nuclear de fama internacional. Desde 1977 no se sabía nada de él. El último rastro se remonta a un viaje desde Nueva York a la Argentina que hizo por pedido de sus padres para que ayudara a encontrar a su hermana María Estela, que había sido secuestrada. Pero de él tampoco se volvió a saber nada, lo que hizo pensar que había corrido la misma suerte que su hermana. Por eso el Instituto Balseiro, un Centro académico argentino que funciona en las instalaciones del Centro Atómico de Bariloche, incorporó el nombre de Gentile al de los otros tres científicos – Susan Flora Grinberg, Eduardo Alfredo Pasquini y Manuel Mario Tarchitzky – que desaparecieron en los años de la dictadura militar. Debido a esa condición de desaparecido recibió homenajes y celebraciones, y se realizaron coloquios y conferencias en su nombre a cargo de importantes personalidades de la política argentina, como el ex juez de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Zaffaroni o la responsable de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. Ríos de palabras emocionadas que el “muerto” quizás ni siquiera sabía que le habían destinado o que recibía con silencio irónico en su tranquilidad norteamericana. Hasta pocos meses atrás, cuando Gentile en persona llamó al Instituto Balseiro, donde había obtenido su título académico, para notificar a las autoridades que estaba vivo y residía en Estados Unidos con su familia.
El caso tomó por sorpresa al gobierno argentino, especialmente a la Secretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural donde todavía no saben bien qué pensar. Después de las primeras verificaciones resulta que había una disposición para incorporar el nombre de Gentile a la lista de la Comisión Nacional sobre la desaparición de personas (Conadep) pero su nombre no se encuentra entre los más de 9.000 casos registrados por la Institución, que en su momento estuvo presidida por el escritor Ernesto Sábato. Ahora se sabe, por un comunicado interno firmado por el director Carlos Balseiro, que “Antonio se encuentra bien, tiene 85 años y vive en el exterior con su familia. Esta dirección ha podido comunicarse con él permitiendo así confirmar esta muy buena noticia tanto para sus compañeros de promoción como para toda la comunidad del Instituto Balseiro que durante tantos años lo ha recordado preocupada por su ausencia”.
Gentile inició sus estudios de Matemáticas en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires y se inscribió en el Instituto Balseiro en Bariloche, del que egresó de la carrera de Física en 1959. Desarrolló su actividad en el grupo de partículas elementales de la Comisión Nacional de Energía Atómica. Fue docente de la cátedra de Electromagnetismo del Instituto Balseiro en 1959-60. Hasta 1964 se desempeñó como Jefe de Trabajos Prácticos en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, en las cátedras de Física Moderna y Electromagnetismo. En los ‘60 se mudó a Austria con una beca y en 1961 partió a Estados Unidos, a la Universidad de Yeshiva en New York. En 1971 publicó una disertación sobre “Propiedades de transporte de estrellas de neutrones”. Hasta allí llega su currículum conocido, al menos en la Argentina. Lo que nadie sabe es por qué esperó cuarenta años para comunicar que estaba vivo.