¿Pero qué es ese pelagianismo contra el cual nos pone en guardia el Papa y que ahora aparece en un documento doctrinal del ex Santo Oficio? Los teólogos pueden explicar que se trata de una herejía de los primeros siglos del cristianismo, combatida por san Agustín. El monje Pelagio afirmaba que para alcanzar la salvación – o la felicidad o una vida justa siguiendo los pasos de Jesús – era suficiente el esfuerzo moral individual. Mientras Agustín decía que no, que solos no podríamos lograrlo nunca, que necesitamos la ayuda de la gracia.
Puede parecer una discusión abstracta, lejana, pero en realidad tiene que ver con lo que vivimos.
Pensemos en el tono de tantos sermones que escuchamos el domingo. Un tono moralista, un poco asfixiante, que ponen todo el énfasis en el “tenemos que”, en el esfuerzo de voluntad de cada uno. Y entonces vuelve a la memoria el Nanni Moretti de “Querido Diario”.
Sufría un fastidioso prurito provocado por una enfermedad seria, un tumor en realidad, pero ningún médico lo comprendía y le daban siempre el mismo consejo: todo depende de usted, señor Moretti. “Todo depende de mí… – se repetía él mientras volvía a su casa – y si depende de mí, estoy seguro de que no puedo”.
La más eficaz y simpática respuesta a la herejía pelagiana que haya escuchado en las últimas décadas.