La diplomacia de El Salvador presiona, la Iglesia también. Se acerca el momento en que el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos debe decidir si renueva el “Status de protección temporal” a los salvadoreños que se encuentran en su territorio, cuya última prórroga vence el 8 de marzo. Se espera la decisión para antes del 7 de enero y podría significar el fin del TPS que permite a 190.000 salvadoreños residir y trabajar en Estados Unidos. El TPS, por las siglas en inglés de “Temporary Protection Status”, fue creado en 1990 y protege a 439.625 personas de 13 nacionalidades diferentes que residen en Estados Unidos, con o sin documentos, desde el momento en que sus países recibieron la cobertura del Tratado.
Nicaragua y Honduras obtuvieron el “Temporary Protection Status” en 1999 después del huracán Mitch del año anterior; El Salvador entró bajo la protección del mismo en 2001, después de los terremotos de enero y febrero del mismo año, mientras los ciudadanos de Haití recibieron los beneficios del TPS después del terremoto de 2010.
El Salvador es el país con el mayor número de ciudadanos en Estados Unidos: 263.282, según los datos de la Oficina para la ciudadanía y los servicios migratorios de Estados Unidos. En segundo lugar está Honduras, con 86.163 beneficiarios; sigue Haití, con 60.000, y en último lugar los 5.349 nicaragüenses.
El gobierno de El Salvador negocia desde hace tiempo la renovación del tratado, porque la economía del pequeño país centroamericano no se encuentra en condiciones de asimilar el regreso masivo de los emigrados. La Iglesia también hizo oír su voz en estos días. “Pedimos fervientemente al presidente de Estados Unidos (Donald Trump), al Congreso y a todas las autoridades de esta gran nación que en este día tan significativo de Navidad hagan que se respeten los derechos de nuestros hermanos migrantes”, declaró el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar, sucesor de monseñor Romero en la capital.
En una conferencia de prensa que ofreció después de celebrar la misa dominical en la catedral, Escobar dijo que la Iglesia salvadoreña está “herida” por el “triste drama que viven muchos hermanos nuestros migrantes”. “Por el solo hecho de ser migrantes y no tener documentos legales, no son criminales. Somos todos hermanos”, agregó el arzobispo.