Realmente se podría decir que la vida de Cristóbal Colón después de la muerte resulta más agitada que cuando estaba vivo, y no hay que olvidar que pasó muchos años yendo y viniendo entre los dos continentes, uno de los cuales había descubierto. Por lo menos eso ocurre con el histórico monumento de 38 toneladas de mármol de Carrara, obra del escultor Arnaldo Zocchi, que fue colocado detrás de la histórica Casa Rosada de Buenos Aires el 24 de mayo de 1910 – la obra se concluyó en 1921. Allí permaneció hasta que en la época de los Kirchner fue desalojada para dar lugar a Juana Azurduy, heroína de la independencia sudamericana, obra donada a la Argentina por el gobierno boliviano y más en sintonía con el espíritu de los tiempos, concretamente el de la pareja presidencial de Néstor y Cristina.
Se atribuye al difundo Hugo Chávez el fatal anatema que habría decretado el desplazamiento de la estatua del navegante genovés. En una visita a la casa de gobierno argentina en 2011, el presidente venezolano habría reparado en la estatua de Cristóbal Colón detrás de la Casa Rosada, donde se encontraba desde hacía poco más de un siglo. “¿Qué está haciendo ahí un genocida? Colón fue el jefe de una invasión que no terminó en una masacre sino en un genocidio. Allí hay que poner al indio”, dicen que sugirió el venezolano. La maquinaria revisionista se puso en movimiento hasta decretar el desalojo del monumento, después de desmontarlo y desarmarlo para ser restaurado y trasladado a otra sede.
Las firmas, las peticiones, las protestas en la Plaza de Mayo y las presentaciones judiciales de las diversas agrupaciones de italianos no obtuvieron ningún resultado; la resignación se apoderó hasta de los más obstinados, que se replegaron tras la propuesta de obtener por lo menos una ubicación acorde con el glorioso símbolo de la italianidad en la Argentina. Se descartó la localidad turística de Mar del Plata y también, en un primer momento, el aeroparque de la ciudad de Buenos Aires, con vista al Río de la Plata – por razones de seguridad aérea. Lo mismo ocurrió con Puerto Madero, la zona del viejo puerto rediseñada durante el gobierno de Menem, y con la propuesta de la Recoleta, barrio exclusivo de Buenos Aires con la iglesia del Pilar y el cementerio monumental metropolitano donde reposan innumerables patriotas y celebridades nacionales.
Esta semana, por fin, el navegante debería haber encontrado paz. La imponente estatua de mármol fue nuevamente ensamblada y colocada, empuñando orgullosamente sus cartas de navegación, en la costanera junto al Río de la Plata de la capital argentina, donde podrá seguir observando atentamente el horizonte en dirección a Europa.