Hace apenas dos meses, en el sur de Caquetá (uno de los 32 departamentos de Colombia, al sur del país, en la región amazónica, N.d.R.), nació lo que se considera el primer pueblo de los ex combatientes de las Farc. (Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas). Entre quebradas y montañas, en la antigua zona veredal de Agua Bonita, en La Montañita (uno de los puntos establecidos para el reagrupamiento de los guerrilleros en desarme, N.d.R.), se asentaron cerca de 200 excombatientes que, después de entregar las armas en este mismo territorio, construyeron sus casas, se distribuyeron el trabajo y crearon una economía donde los recursos se reparten por igual entre los miembros de la comunidad. Es un pequeño pueblo socialista habitado y administrado por desmovilizados en vías de reincorporación.
Todo el trabajo se realiza por y para los habitantes de Héctor Ramírez, el nombre que se le dio al pueblo en honor de un líder guerrillero del bloque sur de las Farc.
La urbanización tiene alrededor de 60 casas construidas en ‘drywall’ sobre bases de concreto, y en cada una de ellas viven entre cuatro y cinco personas.
Aunque son edificaciones sencillas, el lugar es limpio y digno. Mejor que algunos cinturones de los centros urbanos del país, donde las casas surgen en medio de basurales. Las viviendas cuentan con energía eléctrica, un incipiente acueducto y en algunas de ellas hay incluso antenas de Directv. Atrás quedaron los duros entrenamientos de guerra, las prácticas de tiro y las estrategias de combate.
Lo que sí se mantiene es la estricta disciplina. Cada ex guerrillero trabaja desde temprano en alguno de los proyectos colectivos creados por ellos mismos.
El pueblo cuenta con una panadería, un almacén, un restaurante, una carpintería, una cancha de fútbol, una de tejo y una arena para riña de gallos. También hay alrededor de ocho hectáreas de cultivos de piña, plátano y yuca, y una biblioteca.
Los proyectos fueron financiados con los dos millones de pesos (700.000 dólares aproximadamente) de ayuda inicial que el Gobierno les otorgó a los ex combatientes para iniciar su proceso de reincorporación. “Lo que hicimos fue crear un fondo; entre todos pusimos un millón de pesos (350.000 dólares), y con eso empezamos a hacer estos pequeños proyectos colectivos”, explicó Ximena Narváez, delegada en el Consejo Territorial de Reincorporación.
La designación de los roles de trabajo está a cargo de una asamblea, instancia en la cual se resuelven los problemas de la comunidad. “Aquí trabajamos de manera colectiva; cada persona tiene un rol y designamos responsables para atender los proyectos productivos. En asamblea se aprueba quién va a manejar la panadería, quién va a manejar el restaurante, y las ganancias que produce ese negocio son para el colectivo, para solucionar las necesidades prioritarias”, dijo Narváez.
Todos los lunes la asamblea se reúne y define las actividades que se van a realizar durante la semana, entre las cuales hay actos culturales, adecuación de espacios comunes o la acogida de grupos de estudiantes que visitan la zona.
Los excombatientes han convertido su pueblo en un sitio turístico. Los fines de semana reciben grupos de personas que van a conocer el proceso de reincorporación, a los cuales les ofrecen un completo menú de almuerzo por siete mil pesos (2,5 dólares), diferentes clases de pan y bebidas preparadas por ellos mismos. Los recorridos han sido un éxito. “Ya tenemos completa la agenda de esta semana”, explica una de las responsables encargadas de organizar las actividades en el territorio. Los 620.000 pesos (210 dólares) que cada ex guerrillero recibe mensualmente como ayuda del gobierno se reinvierten en la comunidad, pues allí mismo compran los alimentos y los artículos de limpieza que necesitan para su supervivencia.
Desde La Montañita hay que hacer unos 40 minutos en automóvil por una ruta de montaña para llegar al ‘pueblo fariano’, que cuenta con un puesto de salud y una escuela donde cinco profesores dictan clases de primaria y bachillerato a los ex guerrilleros. Por eso algunos pobladores de la vereda de Agua Bonita prefieren hacer sus compras en los negocios de las Farc en vez de trasladarse hasta el centro urbano.
La relación de los ex guerrilleros con la comunidad de las demás veredas es armónica, aunque poco a poco han ido aflorando conflictos. Algunos pobladores han denunciado que los cultivos farianos han invadido otros terrenos, más allá de la zona que inicialmente les había sido asignada. Pero los excombatientes argumentan que un padre de La Montañita les permitió trabajar esas tierras y por eso comenzaron a cultivarlas sin ningún problema. “Necesitamos que el Gobierno nos aporte la tierra y elabore planes que nos den la posibilidad de seguir desarrollándonos como comunidad”, explica Olmedo Vega, un encargado de los cultivos. Vega agrega que hasta el momento han venido trabajando “de manera artesanal”, pues no cuentan con la maquinaria ni los insumos para producir en mayor cantidad. “Lo que estamos haciendo es gracias a los conocimientos que tenemos como campesinos”, dijo el excombatiente.
Ya se puede ver uno que otro niño en el ‘pueblo fariano’; las familias de los ex combatientes empezaron a llegar desde distintos puntos de Caquetá con el propósito de quedarse en la zona. La idea de los ex combatientes es asentarse allí. Ahora éste es su hogar, donde están plasmando su economía y sus proyectos de vida. Es su territorio, el pueblo de las Farc.
La larga historia de vida armada y política de las Farc se encuentra condensada en un recinto de apenas seis metros cuadrados. Es la Biblioteca Popular Alfonso Cano, inaugurada el pasado fin de semana por ex miembros de esa organización, en proceso de reincorporación en la vereda Agua Bonita, de La Montañita (Caquetá). El recinto, abierto al público, cuenta con libros que contienen el trasegar histórico de las Farc: sus estatutos, sus principios ideológicos y la biografía de sus fundadores. Pero también hay textos de política, ciencias sociales, matemáticas, historia de Colombia y cuentos infantiles.
Los volúmenes fueron donados por los colombianos para apoyar el proceso educativo de las 200 personas que están haciendo su paso de las armas a los libros en esta comunidad. Cuando se construyó la biblioteca se hicieron presentes estudiantes universitarios, ex combatientes y vecinos de la zona. El pequeño edificio muestra en su colorida fachada los rostros de algunos líderes emblemáticos de la antigua guerrilla de las Farc, entre los que se destacan Alfonso Cano, Manuel Marulanda y Simón Trinidad. La idea de este proyecto es no dejar morir su ideología y transmitir, desde su nuevo pueblo y ya sin armas, su visión de país.
* Enviados especiales del diario EL TIEMPO. La Montañita (Caquetá)