El eterno retorno de un fantasma que no quiere abandonar el mundo de los vivos hasta que no se haga justicia sobre su muerte. ¿Llegará alguna vez ese momento de la verdad? Un equipo de especialistas internacionales volvió a dejar abierto el misterio sobre la muerte del premio Nobel de Literatura 1971. Más aún, afirmó que había cerrado definitivamente una puerta sobre el más allá que atribuye su deceso al cáncer que sufría de próstata, como dice el certificado del hospital Santa María de Santiago de Chile donde expiró el 23 de septiembre de 1973, poco después del golpe de estado militar que aquel año depuso al socialista Salvador Allende y llevó al poder a Augusto Pinochet.
Tras cinco años de análisis de la documentación médica y científica, el grupo de especialistas, que presentó sus conclusiones en este mes de octubre, excluyó por unanimidad que el enfermo haya sufrido “caquexia cancerosa”, un estado de extrema debilidad letal del organismo como consecuencia de un tumor en la próstata. “Lo que es rotundamente cierto, al 100 por ciento, es que el certificado de defunción de Pablo Neruda no refleja la realidad del fallecimiento” declaró en una conferencia de prensa el doctor Aurelio Luna en nombre de los peritos convocados para determinar si Neruda fue asesinado durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Al día siguiente de la muerte, doce días después del golpe militar, Neruda recibió sepultura en el Cementerio General de Santiago, en presencia de unas cuatrocientas personas. El 7 de mayo de 1974 se inhumó el cuerpo por segunda vez tras una breve ceremonia privada. Recién cuando terminó la dictadura fue posible cumplir el deseo del escritor de ser sepultado en la Isla Negra, en la localidad de Valparaíso donde vivió muchos años. El tercer entierro de los restos de Neruda se llevó a cabo en forma privada pero solemne el 12 de diciembre de 1992, en presencia de tres mil personas, entre ellas diversas autoridades. La última exhumación del cuerpo fue el 8 de abril de 2013, a fin de realizar los análisis toxicológicos que permitieran verificar la hipótesis de que Neruda hubiera muerto por envenenamiento. Esta era la versión que sostenía su chófer Manuel Araya, repetidamente excluida y vuelta a considerar a lo largo de los cuarenta y cinco años transcurridos desde su muerte.
El equipo formado por 16 peritos de Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, España y Chile declaró que de manera definitiva había llegado a la conclusión de que no murió de cáncer, aunque no pudo “corroborar o excluir la hipótesis de una posible contaminación voluntaria y deliberada (…) para provocar la muerte de Pablo Neruda mediante la administración o bien de gérmenes o bien de toxinas bacterianas”.
El trabajo de los especialistas se ordenó en el marco de la investigación que inició del juez chileno Mario Carroza en 2011 a raíz de las declaraciones de Manuel Araya, chófer y asistente personal de Neruda, quien declaró que el poeta había sido trasladado de su casa en la ciudad de Isla Negra, en la costa central, a la clínica Santa María de Santiago, donde le habrían inyectado un veneno que le provocó la muerte.
El equipo internacional de especialistas declaró ahora que había descubierto una nueva bacteria que no está relacionada con el cáncer que sufría. Esa bacteria está siendo analizada en laboratorios de Canadá y Dinamarca y recién dentro de un año será posible saber algo más sobre las causas reales de la muerte de Neruda.