Resulta fascinante y singular la propuesta del Papa Francisco, que a partir de hoy – según sus propias palabras antes del rezo del Angelus – es una decisión oficial y concreta. Ya la había sugerido en el reciente encuentro con los obispos de Perú en el Vaticano para la visita quinquenal ad Limina de los mismos: un Sínodo dedicado a reflexionar sobre los pueblos y naciones que viven en la selva pluvial de la Amazonia, pueblos que actualmente pertenecen a nueve países: Brasil (67%), Perú (13%), Bolivia (11%), Colombia (6%), Ecuador (2%), Venezuela (1%), Surinam, Guyana y Guyana francesa (juntos 0,15%).
Dentro de dos años, en el Vaticano, el Papa Francisco ha dicho que toda la Iglesia está llamada a “identificar nuevos caminos para la evangelización de esa porción del Pueblo de Dios, especialmente de los indígenas, a menudo olvidados y sin la perspectiva de un futuro sereno, también a causa de la crisis de la selva Amazónica, pulmón de capital importancia para nuestro planeta”.
En la región amazónica de Sudamérica viven 2.779.478 aborígenes pertenecientes a 390 pueblos autóctonos y 137 pueblos “no contactados”. Son personas que hablan 240 lenguas diferentes que pertenecen a 49 ramas lingüísticas más importantes desde el punto de vista histórico y cultural.
Estas iglesias locales tienen una o más diócesis amazónicas, particularmente Brasil, y a partir de septiembre de 2014 cuentan con el apoyo de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), que nació en Brasil en ocasión de un encuentro de obispos de diócesis que incluyen en su territorio regiones amazónicas, junto con sacerdotes, misioneros y misioneras de congregaciones que trabajan en la jungla amazónica, representantes de algunas Caritas nacionales y laicos pertenecientes a diversas estructuras de la Iglesia.
En marzo de 2015, el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson presentó en Roma la REPAM y describió las tres características de la misma:
1) La transnacionalidad: el elevado número de países involucrados responde a la consciencia de que una acción eficaz para hacer frente a desafíos que superan las fronteras de un país en particular requiere la sinergia de las fuerzas vivas de todas las naciones interesadas, desde el nivel del Secretariado de la REPAM hasta el de las diócesis, incluyendo todas las iniciativas de la Iglesia en los diferentes Estados, sin olvidar que, desde el comienzo, la REPAM trabaja en sintonía con la Santa Sede, el CELAM y sus estructuras.
2) La eclesialidad: además de operar en forma transnacional, la REPAM se propone construir una colaboración armoniosa entre las diversas realidades de la Iglesia: congregaciones religiosas, diócesis, Caritas, asociaciones y fundaciones católicas y grupos de laicos.
3) El compromiso de tutelar la vida: la REPAM nace para responder a desafíos importantes. Está en juego la defensa de la vida de numerosas comunidades que, en su conjunto, representan más de 30 millones de personas. Ellas se encuentran amenazadas por la contaminación, el cambio veloz y radical del ecosistema del que dependen, y la falta de protección de los más elementales derechos humanos. Esto ocurre, por ejemplo, cuando la deforestación avanza sin control o cuando la explotación minera o agrícola intensiva se lleva a cabo sin consultar ni mucho menos involucrar a las poblaciones locales de la Amazonía, respetando su dignidad.
En estas consideraciones se encuentran contenidos todos los elementos fundamentales que dan sustento y perspectiva eclesial a la propuesta del Papa Francisco y que el principal referente de la REPAM, el cardenal C. Hummes, explicó así para Radio Vaticana: «El Santo Padre Francisco nos ha alentado con fuerza en esta dirección cuando en 2013, durante la Jornada Mundial de la Juventud en Rio de Janeiro, les dijo a los obispos brasileños que : “La Amazonia es un tornasol, un banco de pruebas para la Iglesia y la sociedad brasileña”. Hizo después un “vigoroso llamamiento al respeto y la custodia de toda la creación, que Dios ha confiado al hombre no para explotarla salvajemente, sino para que la convierta en un jardín”. E incluso afirmó: “quisiera añadir que la obra de la Iglesia [en Amazonia] ha de ser ulteriormente incentivada y relanzada”».
La creación de la Red Eclesial Panamazónica se presenta como ese ulterior incentivo y relanzamiento de la obra de la Iglesia en Amazonia, tan intensamente deseado por el Santo Padre. Allí la Iglesia quiere ser con coraje y determinación una Iglesia misionera, misericordiosa, profética, cercana a toda la gente, especialmente a los más pobres, a los excluidos, a los descartados, a los olvidados y a los heridos. Una Iglesia con un “rostro amazónico” y un “clero autóctono”, como propuso el Papa Francisco en el discurso que acabamos de citar a los obispos brasileños.