La Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) de Brasil ha realizado un estudio inédito. Con números más que alarmantes, como la constatación de que hay 93.800 familias involucradas como víctimas en los conflictos agrarios de la vasta y a veces impenetrable región amazónica. Con el título Atlas de conflictos en el Amazonas acaba de ser publicado para dar visibilidad nacional e internacional a los conflictos rurales actualmente en curso en los nueve Estados del Amazonas: Acre, Amapá, Amazonas, Tocantins, Pará, Rondônia y Roraima, y en algunas zonas del Mato Grosso y Maranhão. El Atlas releva los 977 conflictos violentos por la tierra que están ocurriendo en este momento. El primer lugar como territorio más conflictivo lo ocupa el estado de Maranhão, con 197 conflictos, seguido por Rondônia, con 191, y Pará, con 142. Un conflicto reciente que señala la publicación es el que se desarrolla entre el pueblo indígena Gamela y los terratenientes de la comuna de Viana, en el Estado de Maranhão. En el pasado mes de abril, un choque entre ambos dejó como resultado 13 heridos.
Los Gamela promueven la ocupación de tierras en la región y reivindican la posesión de las tierras que les fueron entregadas por el gobierno en el siglo XIX. Otro territorio considerado en el Atlas es Anapu, al este del Estado de Pará, con 20 focos de lucha rural. La ciudad adquirió notoriedad a nivel mundial con la muerte de la misionera Dorothy Stang en 2005, pero desde entonces la violencia no ha dado tregua.
Un capítulo aparte es el de las familias involucradas en las luchas agrarias, y en este sentido Pará ocupa el primer lugar, con 20.498 núcleos familiares víctimas de conflictos, 3.300 casos más que los registrados en Rondônia, con 17.000 focos activos. Es de observar que el Atlas de conflictos en el Amazonas documenta 47 homicidios debidos a enfrentamientos por conflictos rurales solo este año – hasta el 23 de agosto –, uno menos de los ocurridos en todo el año 2016. Uno de los casos más graves tuvo lugar en la comuna de Pau D’Arco, al noreste del Estado de Pará, donde asesinaron a 10 campesinos durante un operativo de la policía en defensa de los terratenientes.
Darlene Braga, representante de la Comisión Pastoral de la Tierra en Amazonía, afirma que las autoridades están al tanto de las luchas: “Para los que vivimos en nuestras bases de Amazonía, lo que ocurre no es una sorpresa, pero aun así resulta alarmante el elevado número de conflictos en curso”. El Atlas denuncia que los conflictos no se producen porque falte tierra en la región. Por el contrario, hay 114.897.607 hectáreas de tierras vacantes, lo que equivale al 13,5% de las tierras de Brasil. Las tierras vacantes son las que no tienen un destino público ni son patrimonio privado, aunque alguno la esté ocupando irregularmente. En algunos casos, por ejemplo, hay tierras que estaban destinadas a empresas pero no fueron bien asignadas y por lo tanto el Estado se ha reapropiado de las mismas o bien las ha recibido en devolución. El Atlas señala dos causas como preponderantes en los conflictos de Amazonía: la revocatoria de la reforma agraria en el país y la impunidad de los culpables de la violencia en el campo. Darlene Braga considera que el actual es uno de los peores momentos que hayan vivido los pueblos de la Amazonía: “Las comunidades son masacradas, abusadas, oprimidas, despojadas de sus territorios; a los habitantes se les prohíbe cazar, pescar, construir casas o canoas; en fin, pierden la soberanía sobre sus territorios”.
El Atlas de conflictos en el Amazonas es distinto a otros materiales producidos por la Comisión Pastoral de la Tierra: “Porque compila un registro de conflictos en curso en la región” señala Darlene Braga, “vale decir que su objetivo es registrar los enfrentamientos que no han terminado en el curso de este año”. De allí la importancia de la publicación: “Los datos obtenidos nos ayudan a planificar el trabajo y nuestra acción en Amazonía”. No existía hasta el momento un trabajo tan minucioso, explica. “Nunca habíamos reunido tanta información detallada, como el número de familias involucradas, la identidad de los que están implicados en el conflicto – tanto posseiros (pequeños campesinos a quienes la ley reconoce el derecho de propiedad de pequeñas superficies de tierras públicas y no utilizadas que ellos hayan cultivado por lo menos cinco años, N.d.T.) como campesinos sin tierra, quilombolas (descendientes de esclavos refugiados en los quilombos, espacios ocultos en la selva, N.d.T.), o indígenas – así como de las personas con quien disputan los territorios, entre otros”.
Don Leonardo Steiner, Secretario General de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, destaca a su vez la importancia de la investigación: “Podrá orientar y alertar a las personas sobre verdades profundas de la Amazonía”. La publicación fue presentada a la opinión pública nacional e internacional en un momento “muy importante para Brasil”, sobre todo por la revocatoria dispuesta por el Gobierno federal del decreto que autorizaba a abrir la Reserva Nacional de Cobre y Asociados para la explotación minera en la selva amazónica. “El Atlas ha llegado en buen momento” comenta monseñor Steiner “porque aporta datos relevantes para el país y para la sociedad y para que las autoridades protejan cada vez mejor el medio ambiente”. Y promete: “Entregaremos este Atlas al Papa Francisco, quien ha demostrado gran interés por la Amazonía”.