El pasado 25 de septiembre, durante una conferencia de prensa para presentar la gran peregrinación juvenil al santuario de Nuestra Señora de Luján, amada y venerada patrona de la nación argentina, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Aurelio Poli, respondió varias preguntas sobre una posible visita del Papa Bergoglio a su país natal. Sus palabras abrieron una expectativa inesperada: «Me parece que estamos próximos a esta visita. Y me parece que toda esta tensión finalmente va a terminar bien». Después recordó que los obispos argentinos ya invitaron al Papa cinco veces.
En el último encuentro de los obispos argentinos con el Papa, en octubre de 2016, en el contexto de la canonización del cura gaucho José Gabriel Brochero, se renovó esa invitación una vez más. Por otra parte, es sabido que los gobiernos argentinos, el de Cristina Fernández de Kirchner primero y ahora el de Mauricio Macri, enviaron la misma invitación en reiteradas oportunidades desde 2013 hasta la actualidad.
Numerosos servicios periodísticos nacionales e internacionales sobre estas declaraciones del cardenal Poli anunciaron que el Papa Francisco visitaría finalmente Argentina con toda probabilidad en 2018, aunque el prelado que encabeza la arquidiócesis de Buenos Aires no hizo referencia a una fecha precisa en ningún momento. Sin embargo, durante la conferencia de prensa Mons. Poli recordó con precisión la insistencia de los obispos en octubre de 2016: «“Mirá, andá pensando cuando vas a venir, porque la gente va a pensar que no nos querés”. Ya no sabemos cómo decírselo. Nos lo pregunta todo el mundo». El cardenal Poli contó que el Papa le respondió: “¿Ustedes creen que yo no quiero ir?”.
Sin embargo, el Director de la Sala de Prensa del Vaticano Greg Burke, en relación con los dichos de la prensa sobre la posible visita papal, respondió al corresponsal de la agencia argentina Télam Hernán Reyes que el Papa “no tiene previsto visitar Argentina el año próximo”. Y agregó: “Los motivos son los mismos que explicó el propio Santo Padre en un video enviado al pueblo argentino. Son las mismas razones”. El vocero se refería a las palabras de Francisco en septiembre de 2016, cuando explicó que en la agenda de viajes para 2017 no hay espacio para una visita a Argentina: “Ustedes no saben cuánto me gustaría volver a verlos. Y tampoco podré hacerlo el año próximo, porque ya están compromisos fijados para Asia, África… el mundo es más grande que Argentina, pero hay que dividirse”.
Por otra parte, en Colombia el Papa confirmó a algunos periodistas que todavía no hay fecha para una visita a su país natal.
Mons. José María Arancedo, Presidente del Episcopado y arzobispo de Santa Fe, hace pocos días, tras un encuentro con el Papa Francisco observó: “No hay una agenda preparada pero yo me animaría a decir que está cerca. Dios quiera que sea el próximo año. Él quiere venir pero el momento (de una visita) forma parte de su silencio y hay que respetarlo. Tiene una agenda muy cargada internacionalmente”.
Algunos ambientes aclaran que no es correcto decir que el Papa Francisco “no desea volver a su patria”. ¡Por supuesto que lo desea, y mucho! El problema es otro: “El Papa quiere ir a Argentina, pero hasta ahora, cada vez que se ha planteado la cuestión, ha considerado que no era el momento oportuno ni adecuado».
¿Y cuál sería el momento, cuándo y cómo se podría imaginar con realismo una visita a Argentina de Jorge Mario Bergoglio, el hijo más ilustre de esta gran nación sudamericana? El nuevo obispo argentino de Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, monseñor Héctor Zordán, en una entrevista a un medio digital de su región se refirió abiertamente al tema, ofreciendo algunas reflexiones plausibles que podría ser parte de la respuesta. El prelado observa que “Este es el peor momento en cuanto a división (interna en Argentina). Ya sea que lo llamemos grieta o enfrentamiento, no puede no tener solución. No podemos seguir viviendo así porque nos estamos deshilachando como sociedad, como país”.
Cuando el periodista de “El Diario del día” le pregunta “¿Ni el Papa Francisco nos va a poder unir?”, responde el obispo y concluye: “Me gustaría (que viniera), pero respeto su decisión. Creo que no viene para no generar más conflictos, para que no se use su figura como bandera política”.