El número de inmigrantes y refugiados registrados en Brasil aumentó un 160% en diez años. Según los datos de la Policía Federal, en 2016 entraron al país 117.745 extranjeros – un aumento de 2,6 veces en relación con 2007 (45.124). Aproximadamente el diez por ciento del total son refugiados. Los haitianos encabezan el ranking, con 6.535 personas en esa condición. 3.772 personas que huyeron de la guerra en su país recibieron ese estatus en los últimos dos años. Solo en el primer semestre de este año 7.800 venezolanos – escapando de la grave crisis política y económica que está destruyendo Venezuela – solicitaron refugio en Brasil, más del doble respecto a los 3.375 de 2016. Un flujo de estas dimensiones genera no pocos problemas al generoso país de América del Sur. Muchas ciudades que reciben a los refugiados no tienen las infraestructuras adecuadas para acogerlos ni trabajo formal para ofrecerles y una gran cantidad de extranjeros no consiguen alojamiento y vagan por las calles mendigando comida y dinero.
Preocupada por esta realidad, Caritas brasileña lanzó el 27 de septiembre la campaña “comparte el viaje”, orientada a sensibilizar e informar sobre la inmigración y el refugio. El símbolo de la campaña es el Cristo Redentor, que con sus brazos abiertos simboliza la acogida. La campaña se propone movilizar a la sociedad con el objetivo de promover la cultura del encuentro para abrir espacios y oportunidades a los inmigrantes en las comunidades locales. Con esta iniciativa Caritas espera que los brasileños y los extranjeros se conozcan, intercambien experiencias, multipliquen saberes y compartan la vida en forma positiva. También quiere crear una red de contactos para oferta y demanda de trabajo.
Dom José Luiz Ferreira Sales – obispo de Pesqueira y referente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB) para la Movilidad Humana – subraya la importancia de la iniciativa de Caritas: “El Papa nos pide que modifiquemos nuestra actitud para salir de la indiferencia. Nos invita a abrir canales humanitarios accesibles, puertos seguros para que las personas puedan dejar atrás la guerra, las situaciones terribles en las que se encuentran”. El obispo explica que la campaña llama la atención sobre la necesidad de una acogida responsable, con espacios adecuados y decentes para que los inmigrantes puedan llevar una vida digna. “En el estado de Roraima, donde está llegando una gran cantidad de venezolanos, hay muchas familias que viven en la calle. El otro día conté 154”, se lamenta monseñor Ferreira Sales. Al mismo tiempo destaca que la Iglesia, a través de Caritas y la Pastoral de los Migrantes, está desarrollando un trabajo de acogida a los refugiados en la región por medio de proyectos de enseñanza de la lengua y la cultura brasileñas, así como de talleres multiculturales, todo gratuito. “La barrera lingüística es el primer y principal obstáculo que afrontan los refugiados cuando llegan a Brasil. Si no se conoce el idioma, las actividades cotidianas como pedir información, hacer las compras o trabajar resultan casi imposibles. Por eso, el acceso a la lengua no es un fin en sí mismo, sino el medio más importante de inclusión en la sociedad”, insiste el obispo. Se están promoviendo proyectos del mismo tipo en Fortaleza, Río de Janeiro y San Pablo. “Sería interesante que consiguiéramos llevar estos proyectos a más ciudades, y esperamos que la campaña también ayude en ese sentido”.