El periodista Massimo Faggioli bromeó en un mensaje de Twitter: “Muchos católicos están anticipando la próxima conferencia de prensa del Papa Francisco”. Añadió el hashtag “#DACA”, una referencia a las recientes medidas de la administración Trump para cancelar los arreglos legales para los jóvenes inmigrantes indocumentados, que seguramente será el tema de al menos una pregunta durante el vuelo de regreso del Papa, cuando suele dar una conferencia de prensa a bordo (para deleite de sus partidarios y disgusto de sus detractores).
Es precisamente por la posibilidad de un intercambio franco que ofrecen estos encuentros que le sugiero a cualquier vaticanista que esté abierto a ello una pregunta sobre Mons. Óscar Romero que podría hacerle al Papa durante la conferencia del viaje de regreso.
Las conferencias de prensa en-vuelo de los papas son una buena oportunidad para obtener nuevos datos sobre las causas de canonización pendientes. Durante un encuentro de este tipo hace diez años alguien le preguntó al Papa Benedicto sobre la beatificación de Romero. En la novena pregunta, hacia el final de la conferencia, el corresponsal de I. Media de Francia le preguntó a Benedicto si, en ese viaje al “continente de monseñor Óscar Romero”, le gustaría comentar el estado de la causa o “cómo ve usted esta figura”. Benedicto XVI fue muy sincero en su respuesta, aseverando un “no dudo” sobre el hecho de que Romero personalmente “merece la beatificación”, pero que las implicaciones políticas todavía debían ser investigadas. La expresión inusual de la opinión personal del Papa fue suprimida en la transcripción oficial del intercambio. Sin embargo, el respaldo efímero sin duda prestó un nuevo ímpetu a la causa.
Del mismo modo, cuando se le preguntó a Francisco sobre la causa de Romero durante su regreso de Corea en 2014, reveló la manera de pensar del Vaticano—no específicamente sobre Romero, sino de los procesos de canonización en general. Para entonces, Romero estaba en el tramo final de su camino hacia la beatificación. Pero Francisco, respondiendo a la pregunta de Philip Pulella, de Reuters, dijo: “Lo que a mí me gustaría es que se esclarezca si es un martirio in odium fidei por haber confesado a Cristo o por haber hecho las obras que Jesús nos manda para con el prójimo. Y eso tienen que hacerlo los teólogos que lo están estudiando”. A principios de este año, casi tres años después de aquel comentario, Francisco anunció una nueva pista para la beatificación de “aquellos cristianos que, siguiendo más de cerca los pasos y las enseñanzas del Señor Jesús, han ofrecido voluntaria y libremente su vida por los demás y perseverado hasta la muerte en ese propósito”—más o menos como lo había presagiado en 2014.
En consecuencia, en este último sentido propongo una nueva pregunta para Francisco sobre Romero. El estado de la causa de canonización de Romero es generalmente conocido a través de la información que publica la Arquidiócesis de San Salvador y el postulador, Monseñor Vincenzo Paglia. Se sabe así que Roma está en el proceso de estudiar un milagro que podría llevar a la canonización dentro de uno o dos años. Por eso una pregunta sobre el estado de la causa me parece que sería una oportunidad perdida para recopilar información nueva. En cambio, lo que podría ser más interesante es una pregunta destinada a alentar una reflexión personal como la de Benedicto.
De hecho, dado el contexto de esta visita, tal pregunta parece más que apropiada. Este año se cumplen 100 años del nacimiento de Romero, por lo que es natural reflexionar sobre su legado y el impacto que ha tenido en la Iglesia. El día anterior a su partida Francisco visitará Medellín, la ciudad colombiana donde la Conferencia Episcopal Latinoamericana adoptó la expresión “opción preferencial por los pobres” y el profundo compromiso con la justicia social que para muchos encarnó Romero. Este año también es el décimo aniversario de la Conferencia de Aparecida, considerada como el modelo del pontificado de Francisco, incluso de su compromiso de volver a ser “una Iglesia pobre y para los pobres”, según la fórmula acuñada por él mismo. A esto apuntaba Benedicto cuando dijo que no tenía ninguna duda de que Romero merecía ser beatificado, y el mismo Francisco, siendo cardenal Bergoglio, dijo a algunos sacerdotes salvadoreños que si él fuera Papa, lo primero que haría sería canonizar a Romero.
Por eso la pregunta que le haría a Su Santidad es: En el centenario de su nacimiento, ¿cómo ha influido el beato Óscar Romero en la Iglesia del Continente, en su propia vida espiritual y / o en su papado?