Reservadas y silenciosas según su costumbre, las Misioneras de la Caridad echan raíces más profundas precisamente allí donde la estrategia política no lo aconsejaría. Pero la estrategia que usan no es política, no lo fue desde los comienzos, cuando la fundadora, hoy santa, desembarcó en Cuba con las primeras Misioneras de la Caridad en julio de 1986 y mantuvo incluso un encuentro con Fidel, a quien le regaló una imagen de la Virgen del Milagro. El milagro ha sido la vida que ellas llevaron en estos años, en las buenas y en las malas, durante la economía de guerra y con la distensión. Y los frutos de una presencia oculta a los ojos del mundo que arraigó en diversos puntos de la Isla.
Sabemos que Madre Teresa de Calcuta pisó tierra cubana por primera vez en los años ’80, pero sin salir del aeropuerto internacional José Martí. La segunda vez fue en julio de 1986, para abrir la primera casa de las Misioneras de la Caridad en La Habana, con el consentimiento de Fidel Castro. Con el tiempo, ni siquiera tanto, llegaron a ser ocho, más una contemplativa. Como testimonio del afecto de la población cubana por Madre Teresa dos años después de su muerte, en 1999, se inauguró en La Habana un monumento en bronce en el jardín que lleva su nombre, ubicado en la parte posterior del convento de San Francisco de Asís. Es una obra del escultor José Villa Soberón, “reflejo de la intensa espiritualidad y la suprema humildad de aquella gran mujer, en un mundo martirizado por la pobreza y la guerra”, según las palabras del Historiador de la Ciudad de La Habana, el comunista Eusebio Leal, el día de la inauguración.
Las misioneras de la Caridad se establecieron en Bayamo, en la histórica provincia de Granma, cuna de la revolución, el 3 de junio de 1988, y la Madre Teresa fue a visitarlas ese mismo año, el 18 de julio. Las crónicas de la ciudad cuentan que fue recibida por el arzobispo de Santiago de Cuba, monseñor Pedro Meurece Estiú, quien celebró la misa en la pequeña casita que ocupaban cerca de la parroquia dedicada a San Juan Bosco.
Ahora, la segunda sucesora de Madre Teresa – después de María Nirmala, quien dirigió la congregación entre 1997 y 2003 -, sigue los pasos de la fundadora. Aunque recién se conoce la noticia a través del sitio de la Conferencia Episcopal Cubana, la madre María Prema Pierick, de nacionalidad alemana, estuvo en la Isla en el mes de julio, durante el actual gobierno del sucesor de Fidel Castro, su hermano Raúl, y visitó a las hermanas que se encuentran en Bayamo, a dos horas de camino de Santiago de Cuba.
El párroco Domingo Collado celebró la misa en la misma iglesia de San Juan Bosco. Posteriormente tuvo lugar el encuentro con la comunidad, otra misa con monseñor Álvaro Beyra Luarca y la liturgia dominical en la Catedral del Santísimo Salvador de Bayamo, presidida por el Vicario general Juan Elizalde Piñera, quien recordó la palabras de la santa de Calcuta: “El fruto del silencio es la oración; el fruto de la oración es la fe; el fruto de la fe es el amor; el fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz”.