LO QUE MADURO NO QUIERE ENTENDER. El Vaticano plantea requisitos concretos y exigentes al presidente venezolano Nicolás Maduro

El presidente Maduro y el Secretario de Estado vaticano Parolin
El presidente Maduro y el Secretario de Estado vaticano Parolin

En la breve comunicación, en español, que el cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin le envió al arzobispo de Caracas, cardenal Jorge Urosa, para manifestarle su cercanía y solidaridad tras los nuevos ataques de los que fue víctima el domingo pasado, en la iglesia del Carmen de Catia, al finalizar hace una reflexión de gran importancia tanto por los contenidos como por el tono inéditos: “He rezado mucho ayer (domingo 16) para que la Virgen del Carmen, tan amada y venerada en Venezuela, logre de su Divino Hijo una solución pacífica y democrática para el país. Y que las Autoridades escuchen el clamor del pueblo que pide libertad, reconciliación, paz y bienestar material y espiritual para todos, sobre todo para los más pobres y postergados”.

No es nuevo el pedido vaticano a las autoridades de Venezuela para que trabajen por una solución pacífica y democrática. En el pasado, el mismo cardenal Parolin pidió que se convocara a elecciones generales cuanto antes, porque es la única vía posible y eficaz para resolver la crisis. En esta circunstancia, la novedad se encuentra en el siguiente párrafo: “que las Autoridades escuchen el clamor del pueblo que pide libertad, reconciliación, paz y bienestar material y espiritual para todos, sobre todo para los más pobres y postergados”.

Obviamente, nada de todo esto fue del gusto de Maduro. Era de imaginar, pese a que continuamente apela al Papa, como si el Santo Padre fuera una cosa y su Secretario de Estado, otra. Hace tiempo, un diplomático vaticano le dijo a Maduro: “Señor Presidente, las cosas no son así. Pensar de esa manera es equivocado e insensato”. Pero Maduro no es una persona muy dispuesta a escuchar y a dialogar, y por lo tanto no cambiará fácilmente de opinión. Está convencido de que al final, va a “ganar”, y podrá levantar la bandera de su victoria. Pero aún en el caso de que eso ocurra, el mástil estará plantado sobre los restos de una nación y de un pueblo en ruinas.

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