El 19 de abril pasado la Casa Blanca anunció, después de las polémicas y perplejidades provocadas por ciertas indiscreciones que descartaban un encuentro entre Trump y el Santo Padre, que el presidente quería encontrarse con el Papa Francisco en ocasión de su visita a Italia, el 26 y 27 de mayo, para participar en la cumbre del G7 que se llevará a cabo en Taormina, Sicilia. “Obviamente nos sentiríamos honrados de tener una audiencia con Su Santidad”, dijo durante el briefing cotidiano el portavoz del presidente, Sean Spicer, y agregó: “Estaremos en contacto con el Vaticano para ver si se puede programar una audiencia con el Papa”. Desde entonces y hasta el 29 de abril, cuando el Papa Francisco se refirió al tema en la conferencia de prensa durante vuelo de regreso de Egipto, habían pasado 10 días y del “contacto” con la Santa Sede para organizar un encuentro no había ninguna noticia; es más, de la Casa Blanca no había llegado ninguna señal al respecto. El sábado en el avión le preguntaron al Papa: “¿Desea encontrarse con el Presidente Trump cuando venga a Europa?”, y él respondió: “No se me ha informado desde la Secretaría de Estado de que haya una petición en se sentido, pero yo recibo a todos los Jefes de Estado que soliciten una audiencia”.
El 13 de abril James Politi, del Financial Times, había revelado, basándose en informaciones recibidas de la Casa Blanca, que el presidente Trump no tenía prevista una audiencia con el Papa durante su viaje a Italia a fines de mayo. Y después de seis días de polémicas, análisis y comentarios, Sean Spicer hizo la relevante corrección que referimos al comienzo.
Hay tiempo suficiente para solicitar y organizar el encuentro y, obviamente, todavía no se ha dicho la última palabra, pero resulta cuanto menos curioso que desde la Casa Blanca lleguen señales tan contradictorias y en cierto sentido insólitas para las reglas y costumbres diplomáticas y protocolares. Solo queda esperar el próximo capítulo, y sin duda será determinante la evaluación que Estados Unidos, y concretamente Donald Trump, haga de otra consideración que hizo el Papa en el viaje de regreso de Egipto, refiriéndose a la crisis norcoreana: “Yo llamo siempre a resolver los problemas por la vía diplomática, de la negociación. Porque es el futuro de la humanidad. Hoy, una guerra extendida destruiría una gran parte de la humanidad. ¡Sería terrible! Creo que hoy la humanidad no es capaz de soportarlo.Miremos los países que están sufriendo una guerra interna, en Oriente Medio, por ejemplo, pero también en África o en Yemen. ¡Parémoslos! ¡Busquemos una solución diplomática! Y en eso creo que las Naciones Unidas tienen el deber de retomar su liderazgo, porque se ha aguado un poco”.