Gregorio López Gerónimo es un nombre conocido en las crónicas mexicanas. La foto de este sacerdote con un chaleco antibalas dio la vuelta al mundo a principios de 2014. Gregorio López es párroco en Apatzingán, una de las ciudades más violentas del estado mexicano de Michoacán. En la foto se lo puede ver enfundado en un chaleco antibalas de tipo militar, junto a un crucifijo y detrás la imagen enmarcada de Juan Pablo II, quien lo recibió en audiencia hace diez años. El “Padre Goyo, como lo llama la gente de la zona, empezó a usar el chaleco un poco para llamar la atención y otro poco como verdadera protección personal, porque varias veces había recibido amenazas de grupos criminales locales. En los últimos días volvió a ser noticia como vocero de otros once sacerdotes amenazados que, con menos popularidad, recurrieron a él para denunciar que podían ser víctimas de bandas narcos. Gregorio López convocó a la prensa y declaró que los sacerdotes de once parroquias de las localidades mexicanas de Apatzingán, LázaroCárdenas y Tacámbaro habían sido amenazados por miembros de “Los Viagra”, que les exigían su colaboración para que la gente de la zona expulse a “Los Templarios” y ellos puedan tomar el control.
En una grabación de 36 segundos que hicieron llegar a la redacción del diario mexicano El Universal se puede escuchar una voz dando un ultimátum al párroco de una comunidad.
Debido a estas amenazas, el padre Gregorio López afirma que dos sacerdotes se vieron obligados a abandonar sus parroquias. El Universal cita fuentes de los servicio de seguridad que señalan que los enfrentamientos de los últimos días en el estado de Michoacán se produjeron porque miembros de “Los Templarios” intentaron recuperar el terreno ocupado por rivales de “Los Viagra”.