Doce horas después del llamado que hizo el Papa el domingo, a la hora del Regina Coeli, los partidos de la oposición al gobierno de Nicolás Maduro, reunidos en la “Mesa de Unidad Democrática” (MUD) respondieron a Francisco con una larga carta donde, en síntesis, afirman: no estamos disponibles para ningún diálogo con el gobierno, porque en las actuales circunstancias la única solución aceptable son las urnas, el voto del pueblo. En otras palabras: gracias querido Santo Padre, pero se ha acabado el tiempo.
La oposición considera que Maduro no es un interlocutor creíble y legítimo: no solo ha llevado a la nación a una gravísima crisis que vive desde hace años, sino que precisamente él es el autor de un auto golpe de estado que ha roto el orden constitucional.
Por lo tanto, dice la carta al Papa, lo único que hay que hacer es convocar inmediatamente a elecciones y punto.
En primer lugar, se debe constituir un Consejo Nacional Electoral imparcial. A continuación, la Mesa de Unidad Democrática enumera objetivos claros y puntuales: cronograma electoral completo para renovar todos los cargos públicos, pero no el Parlamento (que la oposición controla) y para el cual exige respeto institucional; apertura de canales humanitarios para que ingresen alimento y medicamentos; libertad de todos los presos políticos; y por último, desmovilización de las fuerzas paramilitares junto con la renuncia a distribuir 500.000 armas a los civiles.
En referencia a las palabras del Papa en la conferencia de prensa realizada en el avión que volvía de Egipto, cuando dijo que “la misma oposición está dividida”, responden en la carta: “Los venezolanos estamos hoy más unidos que nunca en torno a la demanda de un cambio político en el país”. Y se trata de una verdadera unidad “tanto en sus propósitos como en sus acciones”.
La oposición declara además que ha hecho propios “los planteamientos del Secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin” (sin hacer referencia a ninguna fuente) y al respecto se enumera: que termine la represión militar, policial y de los paramilitares afines al gobierno; reconocimiento de la autonomía de la Asamblea Nacional; libertad de los presos políticos y garantías para recibir ayudas humanitarias.
“Los venezolanos nos sentimos defraudados por un diálogo sin resultados”, diálogo “en el cual la intención gubernamental ha sido más propagandística que sustancial” (…) con la consecuencia de que su palabra ha perdido valor, “desprestigiando así a ese valioso instrumento e intentando, sin éxito, desmoralizar a la opinión pública y dividir a la coalición opositora”.
La carta termina diciendo: “la Mesa de Unidad Democrática (MUD), de manera unitaria y sin excepciones, ha dejado claro ante los venezolanos y ante el mundo que el único diálogo que se acepta hoy en Venezuela es el diálogo de los votos como único camino para destrabar la crisis y restablecer la democracia hoy secuestrada en Venezuela. En esto, de nuevo, querido Padre, no hay divisiones ni desunión en la Unidad venezolana”