Qué significa para las economías de América Central el dinero que envían los emigrantes de esos países que viven en Estados Unidos, se puede comprender de una manera fácil con el ejemplo de Nicaragua. El monto de los depósitos que los nicaragüenses envían desde Estados Unidos se incrementó en los últimos cinco años hasta alcanzar los 264 millones de dólares en 2016 (70 millones más que en 2015), una cifra que representa el 9,6 por ciento del Producto Bruto Interno del país y que por sí sola supera los ingresos de divisas por la exportación de los principales productos como la carne, el café y el oro. Después de Estados Unidos, Costa Rica es el segundo país elegido por los emigrantes nicaragüenses más pobres, al que siguen España y Panamá.
En cuanto al uso del dinero que envían los emigrantes a los que permanecen en Nicaragua, una encuesta del sitio on-line Confidential entre los nicaragüenses que se encuentran en Estados Unidos muestra que los beneficiarios en Nicaragua utilizan lo que reciben para pagar los servicios básicos (electricidad y agua), alimentos, educación y medicinas. Poco y casi inexistente es el ahorro, lo cual confirma que la emigración se produce por la necesidad tanto del que emigra como del que se queda. Eso significa que los envíos –concluye la revista- tienen una incidencia decisiva en el incremento del consumo y la reducción de la pobreza.
Luis Alaniz, director de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) traza para Confidential una consideración alarmada sobre el impacto que tendrán en Nicaragua las medidas restrictivas anunciadas por el presidente Trump. “El decrecimiento de los envíos significaría contar con menos dinero para cubrir el déficit comercial; por lo tanto, el Estado se vería obligado a tomar tres posibles decisiones: importar menos, financiar la falta de recursos con préstamos –pero eso aumentaría la deuda-país – o implementar una política económica más restrictiva”.