La prensa mexicana informa que el Nuncio apostólico en México mons. Franco Coppola está organizando para fines de febrero o principios de marzo, junto con el de Estados Unidos mons. Christophe Pierre, un encuentro de obispos de Estados Unidos y México sobre inmigración, acogida y protección. El evento debería concluir con una declaración referida sobre todo al “muro de la exclusión” y tendría lugar en la ciudad de Brownsville, Texas (USA). Como es sabido, ambos episcopados se han pronunciado con toda claridad en contra del muro y de lo que este representa. Los obispos estadounidenses ya hicieron declaraciones en este sentido en numerosas oportunidades.
L’Osservatore Romano del 28-29 de enero publicó este exhaustivo informe: «Expresamos nuestro dolor y rechazo a la construcción de este muro, e invitamos respetuosamente a hacer una reflexión más profunda acerca de los modos como puede procurarse la seguridad, el desarrollo, la activación del empleo y otras medidas, necesarias y justas, sin provocar más daños de los que ya sufren los más pobres y vulnerables» es lo que se lee en un comunicado, con el título «Valor y Respeto al Migrante», difundido ayer por la Conferencia Episcopal Mexicana a causa de la decisión, tomada por el presidente estadounidenses Donald Trump, de comenzar la construcción de un muro en la frontera con México para frenar la inmigración ilegal a Estados Unidos. En el documento –firmado por el obispo de Cuautitlán, Guillermo Rodrigo Teodoro Ortiz Mondragón, Responsable de la Dimensión Residencias UPM de la Conferencia episcopal, y del obispo auxiliar de Monterrey, Alfonso Gerardo Miranda Guardiola, secretario general del episcopado– se subraya que la Iglesia en México continuará «apoyando cercana y solidariamente a tantos hermanos nuestros que provienen de Centro y Sudamérica, y que van en tránsito a través de nuestro país hacia los Estados Unidos». Se invita, además a las autoridades mexicanas a continuar en la búsqueda del diálogo y de los acuerdos con Estados Unidos para que «salvaguarden la dignidad y el respeto» de personas que buscan sólo mejores oportunidades de vida. «Respetamos el derecho del gobierno de los Estados Unidos de cuidar sus fronteras y sus ciudadanos, pero no creemos que una aplicación rigurosa e intensiva de la ley, sea la manera de alcanzar sus objetivos, y que, por el contrario, –se evidencia– estas acciones son generadoras de alarma y temor entre los inmigrantes, desintegrando muchas familias sin mayor consideración»
El texto pone de relieve el trabajo de más de veinte años que han llevado a cabo los obispos de la frontera norte de México con los obispos de la frontera sur de Estados Unidos y que permitió, por ejemplo, la creación de comunidades de fe entre diócesis limítrofes como Matamoros y Brownsville o Laredo y Nuevo Laredo. «Nos duele que muchas personas unidas por lazos familiares, de fe, trabajo o amistad quedarán bloqueadas aún más” por esta decisión. Se recuerda también la reciente intervención del obispo de Austin, Joe Steve Vásquez, presidente del Comité para la Migración de la Conferencia Episcopal Estadounidense, quien subrayó que la construcción del muro «pondrá en peligro la vida de los migrantes» especialmente de las mujeres y los niños, víctimas preferidas de los traficantes y contrabandistas. «En vez de construir muros – dijo monseñor Vásquez – los obispos continuaremos siguiendo el ejemplo del Papa Francisco. Queremos construir puentes entre las personas, puentes que nos permitan romper los muros de la exclusión y la explotación».
La barrera entre México y Estados Unidos es una «locura» porque «no detendrá la migración forzada», declaró ayer el obispo de Saltillo, José Raúl Vera López. Una migración «provocada por los gobiernos y por los que se ocupan de la economía mundial”. Para el cardenal arzobispo de Newark, Joseph William Tobin, este medida «es todo lo contrario de lo que significa ser americano» y contribuirá a destruir familias y comunidades, mientras el cardenal arzobispo de Boston, Sean Patick O’Malley, afirmó que un católico debe seguir sintiendo «compasión y misericordia» por los que huyen de la violencia y la persecución. La Santa Sede también expresó su preocupación por intermedio del cardenal prefecto del Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral, Peter Kodwo Appiah Turkson, por «la señal que se da al mundo, esperando que otros países, incluso en Europa, «no sigan este ejemplo».