Lo hundieron los ingleses en 1708 y fue identificado en noviembre de 2015 gracias a sus 66 cañones de bronce, pero el soberbio galeón español todavía no concluyó su travesía. España reivindica la inmunidad de sus naves, sobre todo las militares, independientemente del lugar donde se encuentren y del tiempo transcurrido desde que las hundieron, pero en este caso ha propuesto salomónicamente dejarla con todo su tesoro donde se encuentra, en el fondo del mar sobre la costa colombiana de Cartagena. La firma estadounidense Sea Serch Armada especializada en la recuperación de restos arqueológicos reivindca que fue la primera en identificar la posible localización de la embarcación y por lo tanto tiene derecho a la recuperación y a una parte considerable del tesoro. La llegada de Trump a la Casa Blanca, cuya campaña electoral contribuyó a financiar, parece reforzar considerablemente su posición.
El Consejo de Estado del país al que fue a morir la nave de la flota española, Colombia, acaba de anunciar que está por salir el tan anunciado fallo que podría ponerle punto final a una controversia internacional tan larga como la guerra con las Farc. Y terminar también con las pretensiones sobre el fantástico botín, calculado en 11 millones de monedas de oro y casi 200 toneladas de esmeraldas y lingotes de oro macizo. “El tesoro más importante de la historia de la humanidad”, lo describió el presidente Juan Manuel Santos, distrayendo por un momento la atención de las negociaciones con las Farc.