Fuego amigo, pero no por error. Las mismas FARC de Colombia en vías de desmovilización han confirmado “un enfrentamiento armado” en la localidad de Tailandia, una zona agreste del municipio de San Vicente del Caguán, con una patrulla – admite el comunicado del Estado Mayor de la guerrilla – que “resolvió abandonar nuestras filas”. En el inédito boletín se habla también de una víctima en el grupo de “disidentes” como se denomina a los que no aceptan con disciplina militar los acuerdos firmados recientemente con el gobierno colombiano del presidente Manuel Santos.
No hace mucho un ex secuestrado de las FARC, Oscar Tulio Lizcano, que estuvo en manos de la guerrilla durante ocho años, había previsto que pudiera haber “muchos guerrilleros que continuarán en las armas”, atribuyendo la responsabilidad a que no hubo “una pedagogía para convencerlos” de que es mejor aceptar dejarlas. “Hasta hace algunos meses mantuve contacto con varios desmovilizados” había referido Lizcano en una columna de opinión en el diario El Colombiano “y pese a los acuerdo de paz, muchos combatientes no quieren salir. Las autoridades de inteligencia lo saben y lo ocultan para no generar pánico ni perturbar el normal desarrollo del proceso de implementación de acuerdos”.
Antes de que se firmaran los acuerdos de paz el Secretario de las FARC hablaba de aceptación unánime y citaba como prueba la Asamblea General que se había celebrado en septiembre y los había ratificado. Todas las guerrillas latinoamericanas que se han desmovilizado en el curso de los últimos veinte años tuvieron sus irreductibles. En el caso de las FARC de Colombia, habrá que ver cuántos son.