Hasta qué punto han penetrado y se han ramificado los tentáculos de la criminalidad en Honduras, léase narcos y pandillas, lo demuestra la depuración que está llevando a cabo el presidente Orlando Hernández en las filas de la Policía Nacional y que condujo, desde abril del año pasado cuando se instituyó la “Comisión de Depuración y Transformación de la Policía Nacional de Honduras”, a la expulsión de 2.581 efectivos. La Comisión fue nombrada a raíz de que el diario estadounidense The New York Times y el hondureño El Heraldo revelaron que miembros de la cúpula policial estaban involucrados en los asesinatos del zar antidrogas Arístides González en 2009 y del asesor de seguridad Alfredo Landaverde en 2011. La investigación periodística hizo público que ambos homicidios habrían sido ordenados por un capo del narcotráfico,
Otro organismo creado por el anterior gobierno del ex presidente Porfirio Lobo, la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial (DIECP), hizo un primer intento de depurar la Policía Nacional tras descubrirse que sedes enteras eran en realidad bandas dedicadas al tráfico de drogas, el sicariato, la extorsión y el robo, entre otros delitos.
Hace pocos días se conoció la noticia de que el mismo director de la Policía Nacional, Félix Villanueva, está siendo investigado por enriquecimiento ilícito.