La grave crisis venezolana tiene ya más de cuatro años, y la primera víctima es la misma de siempre: el pueblo de esta importante nación sudamericana, que se encuentra al borde de sus fuerzas. L’Osservatore Romano resumió la situación con estas palabras: “Hace dos meses el Parlamento había aprobado una moción – que luego fue retirada – para iniciar un juicio político contra el presidente Maduro. La decisión se tomó tras un período extremadamente tenso que llevó a postergar para fines del primer semestre de 2017 las elecciones de gobernadores y de autoridades comunales, y a la suspensión por tiempo indeterminado de la recolección de firmas necesarias para activar el referendo revocatorio contra el presidente. Todo lo cual ocurre con el trasfondo de una gravísima crisis económica. La canasta básica para una familia de cinco personas ha llegado a los 263.000 bolívares por mes en agosto, lo que implica un incremento del 658 por ciento respecto del año anterior. La tasa anual de inflación de algunos bienes ha superado el 2000 por ciento. Se ha agravado, por otra parte, la difusión de la criminalidad organizada, que en gran medida está relacionada con el narcotráfico”. (9-10 de diciembre de 2016)
Los encuentros para el diálogo nacional. El 23 de octubre pasado en Caracas, con el patrocinio de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) y después de largas y complejas mediaciones preliminares, comenzó una mesa de diálogo nacional entre el gobierno del presidente Maduro (apoyado por el partido “chavista” y otros grupos menores) y los partidos de la oposicón (no menos de 17). El 11 y 12 de noviembre se realizó un segundo encuentro de diálogo. El tercero estaba programado para el 6 de diciembre pasado pero no se pudo llevar a cabo porque la oposición se negó a participar. Entre tanto, se habían incorporado a la polémica, más allá de todas las graves cuestiones que se arrastran desde hace años, dos elementos nuevos: la revelación de la existencia de una articulada y argumentada carta del cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin, revelada e ilustrada parcialmente el Vaticano nunca la desminitió) por la prensa local, donde se destacan algunos pedidos concretos, y posteriormente el agraviante y vulgar ataque contra el cardenal Parolin de parte del diputado y primer vicepresidente del partido chavista, Diosdado Cabello. Ataque que se repitió días después y al que se sumaron algunas tomas de posición críticas del mismo presidente Maduro.
Finalmente el 6 de diciembre, tras numerosos encuentros por separado con las partes, el enviado del Papa mons. Claudio María Celli y los mediadores de la Unasur consiguieron fijar una nueva fecha para el tercer encuentro: el 13 de enero de 2017.
En cuanto al contenido de la carta del cardenal Parolin sigue y seguirá estando sobre el tapete de la crisis en vistas al próximo tercer encuentro. La carta, por otra parte, define con extremada precisión los lineamentos fundamentales de la crisis y del momento actual. Es un documento bastante inédito para la diplomacia vaticana, pero su contenido demuestra que se lo ha considerado fundamental y prioritario en la etapa previa al postergado encuentro. En la carta se han enunciado todos los principales elementos de la crisis y por eso resulta oportuno hacer un análisis paso por paso del razonamiento de la Santa Sede.
1) Los seis destinatarios. La carta, de tres densas páginas, está dirigida a todas las partes: Gobierno, Oposicón y Mediadores. Concretamente, el documento, que se define como “Confidencial” en el encabezamiento (aunque el cardenal Parolin concluye diciendo que la Santa Sede se reserva el derecho de hacerlo público en el futuro si lo considera necesario) está dirigido a seis destinatarios, que son:
- el Jefe de la Delegación de la oposición en la Mesa de Diálogo Nacional, Luis Aquiles Moreno;
- el Secretario general de la Unasur, ex Presidente colombiano Ernesto Samper, organismo regional que guía la mediación;
- los Mediadores: los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Martín Torrijos Espino (Panamá) y Leonel Fernández Reyna (República Dominicana);
- el Jefe de la Delegación del gobierno en la Mesa de Diálogo Nacional, Jorge Rodríguez Gómez
2) Marco de las reflexiones del card. Parolin. En la carta, inmediatamente después de la introducción, el Secretario de Estado expone con claridad que sus consideraciones están plenamente asociadas al documento “Gobierno nacional y la Mesa de Unidad Democrática (MUD) de Venezuela celebran II Reunión plenaria en el marco del diálogo nacional”. Eso significa, concretamente, que la carta y sus consideraciones se mueven dentro de lo que las partes, después de los dos primeros encuentros, han acordado solemnemente por escrito.
3) Carta del cardenal Parolin en nombre del Papa Francisco. La carta lleva la firma del cardenal Pietro Parolin, pero es una carta con el crisma pontificio. El Secretario de Estado es perentorio al respecto: al explicar el motivo del documento, el purpurado afirma que escribe a los destinatarios “en nombre y por disposición del Santo Padre Francisco (…) para compartir algunas observaciones”. Por lo tanto, todas las diatribas de los personajes venezolanos que desafían al cardenal Parolin para que responda sobre el autor de la carta son absurdas. La carta, firmada por su Secretario de Estado, es una decisión del Santo Padre. Punto y aparte. Por eso, tal como están las cosas, lo que dice la carta del Secretario de Estado no es solo el punto de vista que tiene la Sede Apostólica sobre la crisis venezolana, sino también lo que el Papa desea, propone y auspicia para que el diálogo sea productivo, verdadero y eficaz, y sobre todo para que pueda llevar un pronto alivio y esperanza al querido pueblo de Venezuela.